Hoy,
mientras soportamos el ruido de gente mediocre vendiéndonos sus papeletas para
el domingo, los telediarios no han abierto con la muerte de Margarita Salas,
noticia dramática para España y que en muchos medios solo ha merecido una
reseña en la página 40.
Sin
embargo, hoy hemos perdido a una mujer pionera, un orgullo para las mujeres de
este país y un ejemplo para tanto hombre que circula por nuestras calles y
televisiones haciendo el cafre.
Nacida en Asturias
un año antes de terminar la Guerra Civil ,
Margarita Salas ha sido una de las bioquímicas más importantes de España y una
de las científicas más destacadas del panorama mundial. Y todo por sus
aportaciones al conocimiento del ADN. Su trabajo se inició con un estudio del
fago Phi29, un virus que infecta a las bacterias, lo que permitió conocer cómo
funciona el ADN y cómo la información que contiene se transforma en las
proteínas que hacen funcionar al virus.
Pese a la
trascendencia de su trabajo, su carrera fue difícil e incomprendida en la España oscura de Franco que
no dedicaba ni un euro a investigación, por otra parte imposible en un entorno
de falta de libertades.
De hecho,
en 1964 tuvo que emigrar a Nueva York para trabajar con el Nobel Severo Ochoa, Su
trabajo con Ochoa duró tres años y marcaría para siempre su carrera. “Hay que
hacer investigación básica de calidad, pues de esta investigación saldrán
resultados, que no son previsibles a priori, y que redundarán en beneficio de
la sociedad", recordaba Salas que decía su maestro.
Un tiempo después,
y becada por la organización estadounidense Jane Coffin Childs Memorial Fund
for Medical Research comenzó su trabajo con virus. Su tesón y apertura de miras
la permitió crear una tecnología que revolucionó las pruebas de ADN y que, irónicamente
le ha reportado al país de donde debió irse, grandes beneficios económicos a
través del CSIC
El legado
de Margarita Salas es el de “conocer cómo se replicaba el ADN del virus, que
tenía unas cualidades óptimas para multiplicar el material genético. Esta
característica lo hacía interesante como herramienta para hacer las copias de
ADN que muchas veces se necesitan para los análisis de pequeñas muestras
recogidas en un lugar del crimen o en un yacimiento arqueológico” explicaba hoy
Daniel Mediavilla en el País.
Pero no
lega a la ciencia un gran descubrimiento en ciencia básica, si no más de 150
millones en derecho de patentes a su país.
Además de
traer conocimientos y dinero a su país, Salas fue una gran formadora de científicos,
una maestra de ciencia, como hoy reconocía una de sus alumnas, la actual
directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas María Blasco.
Científicos
destacados como Marisol Soengas, del CNIO, Jesús Ávila, uno de los más
destacados en el estudio del Alzhéimer, o la ex ministra de ciencia y
empresaria Cristina Garmendia aprendieron con ella biología molecular.
Aunque tímida
y reacia a la relevancia, en 1988 fue nombrada presidenta de la Sociedad Española
de Bioquímica y en 1992 directora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
En 2007 se convirtió en la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional
de Ciencias de EE UU y en 2003 entró en la Real Academia
Española (RAE).
Un día
triste para España, un día triste para la ciencia.
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