24 de
noviembre. Felipe.
Me ha sido difícil
comenzar este texto. Me ha sido difícil encontrar una imagen, una imagen en que
solo su silueta le describiese. Amigos, compañeros y jóvenes, siempre jóvenes, están
rodeándole, y con una sonrisa, fruto de esa seguridad, amor y confianza que
siempre despierta en los demás. Porque él nunca te dejará solo, siempre estará
a tu lado siempre te dirá: “que necesitas”.
Felipe es
de esos hombres que obra cual Penélope, tejiendo y destejiendo el alma de
nuestros alumnos. Les ayuda a reflexionar, conocer, compartir todo lo que la
marea de la vida cotidiana nos trae, diseccionarlo, discutirlo, enfrentarlo y
dejar constancia en su eco para que otros, en su escucha encuentren que caminos
transitar, o quizá todo lo contrario. Y tejiendo y destejiendo, porque enseñar
que hay pocas verdades absolutas es importante. Tanto como aprender a adaptarse,
a no juzgar a quien no lo reclama, a ver el mundo cada día desde un ángulo
diferente, a ser rico en experiencias y conocimientos.
Felipe es
de esos maestros con mayúscula, talentoso, discreto y próximo a todo y a todos,
que ha convertido la educación junto a muchos como él en la esperanza de una
sociedad, en el afán de vivir de un país, en el cimiento de un mundo distinto a
través de sus jóvenes y de la mano que tiende a cada uno, con la fuerza que
cada uno necesita.
Le conocí
cuando solo era un niño y ya se veía en sus ojos y su caminar que en La Paz , o donde estuviera, sería
necesario para los demás. Su voz grave y sentenciosa ha sido siempre nuestra
conciencia, quien nos ha recordado, quien ha recordado a nuestros niños por que
existir: para mirar la vida con otros ojos y hacer de estos la palanca que
mueva nuestros pequeños universos hasta lograr uno conjunto un poco mejor.
Me ha sido difícil
encontrar una imagen, porque nunca está solo, porque siempre está en un
lateral, porque siempre esta mezclado entre los suyos, como si su vida no fuera
importante, y sin embargo es en cada grupo, en cada foto, en cada reflejo parte
de lo esencial. “se hace si, o si”, es una de sus frases más repetidas, para
recordar a cada joven o quien le acompañe que rendirse no es una opción
aceptable, que la vida es apasionante y que los demás son el viento que nos
hace navegar, con Dios como timón y tu compañero cual vela.
Le conocí
cuando era un niño y el creía que yo era su maestro. Y con la vejez he visto la verdad. Cuantas disculpas te debo,
cuanto de ti he recibido.
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