Así me lo
contó Carmen, así sentí su tristeza
Mañana
cumplo 17 y hoy mis padres se han rendido. Les he escuchado, sin dar crédito,
como me explicaban, con toda corrección, que ya no se querían, que su vida,
monótona, tediosa y previsible, ya no tenía pasión ni amor, y que han decidido
separarse.
Yo he
quedado al margen, lejos de sus intereses, sola, y con poco valor, tan poco que
mi vida ya no es motivo suficiente para evitar una traición, para forzar
hablar, y para seguir sintiendo juntos, jugar juntos, reír juntos.
Hoy han
sido tristes hasta mis sueños. He pasado la noche con los ojos bien abiertos,
para no perder ni un detalle, entre la oscuridad, de la última noche entre
ellos. He buscado atesorar un recuerdo de lo que nos unía, y como ellos,
tampoco le he encontrado. Tanta pena he sentido que cuando la luz del día ha
entrado por mi ventana me he asustado, al fin y al cabo era la bandera a
cuadros que ponía fin a esta carrera.
Y yo
también he fallado. Yo también soy culpable, pues he vivido estos últimos años
embelesada en mí misma, pendiente de un espejo y de espaldas a mi familia, y
ahora comprendo el desgaste que ha ayudado a hundir un poquito más sus vidas.
He colocado a uno contra otro por mis asuntos, facilitando disputas entre las
que yo colaba mi interés.
Les he
suplicado que me amparen, les he mostrado aquellas fotos en que, abrazados,
jurábamos nunca separarnos y querernos más que al aire. He dado promesas,
cariños, quejas, reproches, olvidos y besos. Muchos besos y caricias. Ha dado
igual. La cuerda se ha roto y no he podido atrapar el último cabo. Ahora debo
decidir con quien comparto mí tiempo, a quien inundo con mis cachivaches y en
que aventura me presento como una intrusa. Ellos lo tienen fácil, es coger la
puerta y soltar el dinero a un abogado. Muy civilizado todo, claro. Ni siquiera
se han gritado. Ni un minuto tan solo han peleado o discutido por mí. Su vida
ha sido al parecer tan rutinaria, que hasta yo he caído a la categoría del
mobiliario. Ni por mí su pasión se ha despertado.
¿Y que hace
una cuando tu mundo se derrumba?. ¿Qué hago al descubrir que no soy motivo para
que alguien se ame por mi, se sacrifique por mi, viva por mi?.
He
descubierto de pronto la inutilidad de mi vida. Nací como fruto de dos personas
que se amaban. Y era mentira. Crecí como resultado de dos personas que legaban
al mundo su amor en una personita. Y era mentira.
Pasaré el
tiempo marcada por su compás, de casa en casa, en una competición de regalos y
de “hoy te toca con tu madre, que yo he quedado”. Un tiempo en que ellos
arrancan de nuevo su vida, sin importar lo que queda atrás. Un tiempo para mí
de espera hasta que pueda volar sola. Lo justo para decir adiós, a quien ya se
ha despedido.
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