Poco tiempo
ha pasado desde el día en que la policía nacional recogió el cuerpo sin vida de
Ismiya A.S. una “mujer” sub sahariana de 12 años, que apareció ahorcada en un
piso de una calle cercana a la plaza de Cascorro, en Madrid. La policía acudió
al domicilio, alertada por una mujer de avanzada edad, que vio como la niña se
colgaba del techo y saltaba de una silla para así acabar con su vida.
La
testigo presenció la escena a través de la ventana de un patio interior,
impotente, gritando a la niña que no diera un paso irremediable, como si su
vida tuviera remedio. La mujer, y otros testigos, todos ellos europeos,
relataron a la policía que Ismiya ejercía la prostitución junto a su madre,
bajo la tutela de su propio padre. Todo parece indicar que en un descuido de
sus padres, la niña decidió acabar con aquel infierno.
Según nos
ha relatado un voluntario de Cáritas de Madrid, la situación no es excepcional,
aunque no frecuente. Ismiya había llegado a España junto a su madre en una
oleada de pateras en noviembre pasado. Su padre, había penetrado en España por
la frontera de Melilla. En todos los casos sin papeles. Tras pasar el periodo
habitual en los saturados centros de acogida de Canarias y Melilla, fueron
enviados a la Península
en avión con un par de billetes, un poco de chocolate, un botellín de agua, y
algún teléfono de ONG, es más cómodo que se ocupe la iglesia de esta gente. La
aventura concluyó en Madrid, tras
vagabundear por España, cada uno por su lado.
Allí, su
madre, L.A.S, de Guinea Conakry, conoció a T.N.D, de Senegal, en un comedor de
Cáritas, y, parece ser, decidieron crear la empresa “Sin esperanza. S.L.”.
No parece
ser, según apuntan los datos, un caso de explotación infantil sino de
supervivencia. Los atestados policiales cerrarán el caso con rapidez. No hay
mucho que decir, una inmigrante de 12 años se suicida en Madrid. Gastos
funerarios por cuenta de servicios sociales.
Pero algo
le debemos a Ismiya, si no su vida, que ya no es nuestra, si una explicación.
Deberíamos explicarle a ella, y a las que seguirán su suerte, por que su tierra
es tan inhóspita y esteparia como para echar a su gente a la ruleta rusa del
mar. Que hemos hecho para convertir el vergel de la tierra, aquel en el que
nació la especie humana, en un infierno, coto de sida y violencia genocida. Y
también habrá que explicar como piratas y corsarios pueden sacar de sus países
a cantidades ingentes de seres humanos, como mercancía, y depositarlos
impunemente en la blindada Europa. Y ya de paso, como un moderno país, por
ejemplo como el nuestro, puede ser incapaz de evitar la violación sistemática
de sus fronteras, siendo permeable a millares de inocentes, y a un puñado de
canallas que los explotan. Y si me apuran, como tenemos la poca vergüenza de
destinar cantidades ingentes a campañas electorales, congresos políticos y
demás tonterías y no tenemos medios para montar cuatro tiendas y dos comedores
decentes en los masificados centros de acogida. Y luego viene el soltar a su
suerte a esta gente en algún lugar de España, y el confiar en la iglesia y en
las organizaciones no gubernamentales para su auxilio, y el crear guetos en las
grandes urbes para estas minorías…
Y al final,
con dar cuatro papeles, poner unas salvajes cuchillas y despachar a la Guardia Civil a su
suerte a las fronteras, todo arreglado. La defensa de la libertad y la
democracia en el mundo podría empezar en nuestra propia casa. Es tan sencillo como decirle a alguien,
mirándole a los ojos, no es necesario que te marches de tu país para vivir, yo
te ayudaré a convertirle en un lugar adecuado para tus hijos. Pero si vienes a
mi casa, me quitaré el pan de la boca para ayudarte, no será necesario que
violen a tu hija cada día para que puedas tener un techo y un trozo de pan. Que
Dios reconforte a tu familia Ismiya, que Dios se apiade de tu alma. Pero sobre
todo de la nuestra.
Imagen
elumndoenfotos.wordpress.com
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