Marichalar nos trae la republica

Una de las noticias más intrascendentes y, por eso, más comentadas de la semana ha sido la separación, divorcio, anulación o exterminio, no se muy bien, del matrimonio de Elena de Borbón y Jaime de Marichalar. Ha sido un poco patética esa marea de cotilleos, opiniones marujas y ataques lacerados a lo zorro que, desde Zarzuela, dicen, ha partido hacia Jaime (perdóname ciudadano Marichalar que te tutee). En su afán por conseguir quitarse al tipo este de encima lo antes posible, Elena ha recurrido a todo, empezando por un ataque a la línea de flotación de su ex marido (vía filtración a la prensa) , al que se tacha ahora hasta de cocainómano. La verdad es que el tema en si es una tontada.
Pues que se divorcien y ya esta. Lo que pasa es que la actitud, el comportamiento si es que es de interés. Esta semana, aprovechando que este año, al fin, tengo una asignatura en la que aprender la historia de mi país, la he preguntado a mi profesora de historia el porque de la monarquía. La mujer, muy constitucional ella, y sin parar de mirar de reojo el retrato de Juan Carlos I que preside el pasillo, como si fuera a brotar en carne desde el cristal, se ha esforzado en darme mil argumentos. Pero cada uno de ellos ha sido más lastimoso y me ha abierto más dudas. Comprendo que en el momento justo de regresar la democracia, el ciudadano Juan Carlos ofreció un inestimable servicio al país, mediando entre quietos , lanzados y neutros, en un proceso que nos condujo a recobrar en paz las libertades perdidas por culpa del padrino del rey (que curiosa es la vida). Fue una obra política de agradecer, aunque ahora vemos que a costa de dejar muchos flecos. Se hizo de cualquier manera la articulación del territorio, y ahora no sabemos que hacer con competencias y financiación. Se hizo a boleo el sistema electoral y mirar que cara se le ha quedado a Llamazares. Se hizo un senado para que el rey nombrara a dedo a sus secuaces, y ahora no sabemos que hacer con los que nombramos nosotros. Se mato a Montesquieu y ahora nos quejamos del poder judicial. Se enterró la memoria de los vencidos en la guerra civil, y ahora no encontramos una lapida donde llorar a las victimas de los liberticidas. Se reinstauró la monarquía y …
Porque si entendemos que debemos sacrificar nuestra libertad de elegir, hasta la presidencia del estado, porque una familia de rancio abolengo nos ofrece un espejo de virtudes que sirve para que el pueblo se refleje en él, ya me contareis. ¿O es que qué el marido de una infanta se vaya con su guardaespaldas de compras a Paris cada semana es ejemplarizante para un país con un millón (un millón) de personas bajo el umbral de la pobreza?. ¿La vida disipada de las infantas, el príncipe, los reyes y hasta los ex reyes que tapizan la corte es ejemplarizante?. Yo creo que comprarse casas de millones de euros, y tardar años en restaurarlas a todo tren, cuando hay gente que vive en 30 metros cuadrados, o bajo un puente es inmoral. Pagar un coche a plazos, cuando el rey dispone de yates (plural), no me parece que justifique pagarle por virtud.
Tampoco me sirve (a mi), lo de que el rey, por encima de intereses y partidos, y con cargo asegurado de por vida, lo que le aleja del interés electoral, es un poder moderador inmejorable. Vistos los conflictos cotidianos entre autonomías y el estado central y vista la incapacidad del sistema para renovar el poder judicial y ponerse de acuerdo hasta en como tratar a las victimas del salvajismo terrorista, poco debemos confiar en un poder real inútil en estos problemas cotidianos.
Lo que si entiendo es que un yerno del rey, a quien muchos atribuyen una increíble incompetencia en todo tipo de asuntos que no estén relacionados con el ir a la moda mas rabiosamente “in”, calienta la silla en muchos consejos de administración y se lleva 120.000 € al mes por … ¿Qué?. ¿Cuál es su mérito?. ¿Qué trabajo hace?. ¿Por qué él o Urdangarin o tantos otros, tienen tantas puertas abiertas desde que son marido de?. ¿Qué opinan los accionistas de empresas que disipan sus beneficios en pagar hombres objeto, o aun peor, hombres que se aprovechan de su situación familiar para entrar en donde es fácil hacer dinero?. ¿Qué debemos pensar, que esas empresas halagan al rey dando pesebre a su familia?. ¿Por qué?. El rey es neutral, esta por encima de todo, carece de interés, el representa al estado, a todos, no influye. ¿O si?. Y si influye, y le pagan, entre otros medios con esos enchufes a sus yernos, ¿en que menesteres lo hace?. ¿Qué intereses tiene?. Porque entonces ya no es el hombre virtuoso que sirve de espejo moral y ejemplo a la patria, por encima de los diabólicos e interesados políticos. Y si no influye, y no sirve para nada. ¿Por qué cobra de nuestro bolsillo?.
Ante tanta pregunta, solo me queda una salida. Llevarme la mano al pecho, elevar la mirada al cielo, y mientras una lagrima recorre mi rostro y mi mano blande una foto de Julio Anguita, gritar con voz entrecortada: ¡Viva la Republica!. ¿O será mejor gritar eso tan castizo de ¡Vaya panda de hijos de puta!?.
La verdad es que no me había planteado nunca este tema, y cuando leo los comentarios republicanos de Álvaro Sáenz, entre otros, no podía, hasta ahora, por menos que reírme.
Pero ahora es distinto. Yo creo que soy una buena estudiante, al menos me esfuerzo y saco buenas notas. Siempre he tenido la ilusión de ser médico, desde pequeña. Pero somos cinco en casa, mi hermano acaba de caer en el paro, y las cosas están mal. Si consigo una nota muy alta quizá pueda entrar en Santander, si no, no podré ir fuera. Son cosas que me preocupan, porque se que no seré libre para elegir mi futuro. Leonor y Sofía, sin embargo, no tendrán nunca esas preocupaciones. En la España libre y democrática de hoy, ellas podrán alcanzar lo que deseen, son distintas a mi. Y no se porque.