Reconozco
que me he sentido siempre atraído por una novela sensible, dura y llena de emociones,
“La luz de la candela”. Una imagen en palabras de lo duro que es el amor,
cuando nos asalta con fuerza. Y describir ese desgarro en una de las velas que
hace navegar cada día a Mónica Carrillo. Seguro que todos la conocéis por esa
sonrisa permanente que nos atrapa cada fin de semana en Antena3.
Se asoma a
nuestras vidas contándonos todo lo elevado y también lo miserable del ser
humano en treinta minutos llenos de frescura, espontaneidad, rigor y sentido del
humor.
Siempre la
he visto como una mujer enamorada de cuanto ante si aparece, de quien sea que
ante ella la muestre la misma delicadeza, alegría de vivir y fe en lo humano.
Su trabajo
junto a su eterno compañero Joaquín, gira en torno a tres grandes principios, rigor,
compromiso social y nuevas tecnologías. Especialmente en las redes sociales,
por las que pasea su terca ilusión por lo más recóndito de la vida. Y es que
para ella la tecnología siempre tiene adjetivo, humano, y nunca sustantivo, maldad.
De tantas
noticias como debe contarnos cada fin de semana sobre horrores y maltratos Mónica
ha puesto su peculiar perspectiva de la vida, limpia, directa y sin escándalo
posible, al servicio de un drama, de un drama con nombre de mujer muchas veces.
Eso es
informar y formar conciencia sobre nuestros problemas. Eso es ayudar a
desentrañar la telaraña que atrapa a la mujer, sobre todo. Y eso hace cada sábado
y cada domingo mientras las demás cadenas reproducen los insulsos discursos de
consejeros, alcaldes y ministras, dedicados a sacar tarjetas rojas, soplar
globitos y encender velas por toda España, mientras en algún rincón del país, hay
mujeres molidas a palos y hombres abandonados en mitad del mar o de una calle.
Sigo con la
inquietud de un niño en la noche de Reyes la aparición de sus microrelatos en
la red. Esas píldoras enamoradas de la vida y del amor sincero, de ese que a
veces nos impulsa a la felicidad y otras a una oscuridad hiriente.
Mónica nos
muestra cada en las redes, su amor platónico, esas confesiones propias de una
mujer soñadora e idealista, pese a su timidez.
Hoy
seguimos intentando hallar en el periodismo una forma de aprender. Hoy seguimos
trabajando para que la forma de ver el mundo por un tumultuoso grupo de jóvenes
llegue a una sociedad plagada de mentiras. Hoy como cada día seguimos a Mónica,
allá donde esté para aprender como contar la vida, como ser sinceros, como
enseñar a la gente que hay esperanza y que el amor lo mueve todo. El coronel no
lo tenía pero tu ya tienes quien te escriba. Nosotros.
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