Explica las causas que llevaron a la proclamación de la Segunda República y relaciona sus dificultades con la crisis económica mundial de los años 30
El 30 de
enero de 1930 dimitió Primo de Rivera. El Rey intentó aún separar la suerte de
la monarquía de la caída del dictador nombrando como jefe de gobierno al
general Berenguer.
Pero el rey
carecía de apoyos, y su descrédito era elevado. La mayor parte de los
dirigentes políticos exigen una asamblea constituyente y muchos, entre otros
antiguos ministros de la monarquía, se declaran republicanos.
El objetivo
del gobierno Berenguer consiste en una vuelta paulatina y controlada a las
instituciones de la
Constitución de 1876. Inicia la formación del censo electoral
para las futuras elecciones y tolera un cierto margen de libertad. Pero toda
España se manifiesta a favor de un cambio radical.
En agosto de
1930 los dirigentes de las fuerzas políticas republicanas, socialistas y
nacionalistas llegan en San Sebastián a un pacto sobre la naturaleza y el
camino de la futura república. El otoño e invierno siguiente contemplan una
explosión de huelgas y un resurgir de los movimientos de masas, favorecidos por
las consecuencias de la crisis económica.
El comité
surgido del pacto de San Sebastián convoca a una huelga-insurrección por la
república el 15 de diciembre. La respuesta no alcanza el nivel deseado, aunque muestra
las potencialidades republicanas. Los capitanes Galán y García Hernández, que
se habían adelantado a la sublevación, son fusilados en los días siguientes.
Los
dirigentes del Comité (Alcalá Zamora, Maura, Largo Caballero, Fernández de los
Ríos, Casares Quiroga) van a la cárcel, de la que saldrán en olor de multitud
unos meses después.
Una
convocatoria de Cortes ordinarias anunciada por el gobierno es rechazada por la
mayoría de los partidos, que piden unas Constituyentes; el general Berenguer
presenta la dimisión. Tras recibir varias negativas, el Rey acaba encargando la
formación de un gobierno de antiguos conservadores a Romanones y De la Cierva.
Para evitar
un fracaso como el anterior, el gobierno inicia el proceso de normalización
constitucional con unas elecciones municipales, pensando que así puede
relanzarse el sistema de partidos, orillando la reforma constitucional y sin
poner en peligro la monarquía. Las elecciones municipales se convocan para el
día 12 de febrero de 1931.
1. Las
elecciones municipales de 1931.
Las
elecciones municipales dieron lugar en la mayoría de España a la formación de
dos grandes bloques, el monárquico y el republicano-socialista. El primero
pretendía la continuación de la
Restauración en su forma tradicional, anterior a la
dictadura; la conjunción republicano-socialista aspiraba a un régimen
republicano, vista la imposibilidad de alcanzar la democracia bajo la monarquía
borbónica. En algunas nacionalidades, como Cataluña y País Vasco, la opción era
triple, por la existencia de partidos de ámbito específico de ellas.
El domingo
12 de abril tuvieron lugar las elecciones, con una participación notable y un
clima general de orden: el número de electos era favorable a la monarquía, pero
en casi todas las ciudades y poblaciones importantes la conjunción republicana
había obtenido una mayoría abrumadora. Y éstas eran las únicas
circunscripciones donde estaba asegurada la libertad electoral: la victoria
moral era de los republicanos. 41 de las 50 capitales de provincias habían
votado la república, así como las poblaciones inferiores de cierta importancia.
Las
elecciones con que se pretendía retomar a la monarquía de la Restauración habían
constituido un masivo plebiscito contra la monarquía, y todas las fuerzas
políticas, incluyendo el gobierno y las fuerzas armadas, lo reconocían así.
Berenguer envió la misma noche un telegrama a los jefes militares, recomendando
que respetaran la "suprema voluntad nacional". El general Sanjurjo se
negó a lanzar a la
Guardia Civil contra el pueblo.
Al día
siguiente se producen manifestaciones republicanas en Madrid, Barcelona,
Valencia y todas las grandes ciudades. El comité revolucionario publica una
nota exigiendo la entrega del poder, y Romanones, el ministro monárquico de
mayor prestigio, aconseja al rey que se marche para permitir unas elecciones
constituyentes. Sólo una minoría del ejército y del gobierno son partidarios de
resistir, sabiendo que esto puede significar el comienzo de una guerra civil.
El Rey acepta marchar y autoriza a Romanones la negociación con el comité
revolucionario.
El 14 de
abril comienza con una huelga general espontánea en todo el país. A las siete
de la mañana se proclama la república en Eibar. Unas horas más tarde Companys y
Macia proclaman en Barcelona la "república catalana", y poco después
la república es en resto del país. En todas partes las autoridades monárquicas
se desmoronan, y en muchas ciudades se produce una transmisión pacífica del
poder a las figuras más conocidas de la oposición republicana.
La
presencia del pueblo en la calle es ordenada, y adquiere incluso un carácter
festivo. El Rey abandona Madrid.
2. El
gobierno provisional
El gobierno
provisional era bastante representativo de la oposición a la monarquía recién
caída: republicanos antiguos y nuevos, socialistas y regionalistas. El
presidente, Alcalá Zamora y el ministro de Gobernación, Miguel Maura, eran
católicos conservadores y habían servido a la monarquía; Alejandro Lerroux y
Martínez Barrio, eran los dirigentes del partido radical, de un republicanismo
histórico cada vez más conservador. El PSOE estaba representado por tres
ministros: Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Largo Caballero, el líder
de la UGT. Nicolau
d'Olwer y Casares Quiroga eran regionalistas, catalán y gallego,
respectivamente. Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz pertenecían al partido
radical-socialista, que como la Acción Republicana de Azaña era un partido de
clases medias, ilustrado y anticlerical.
Fuera del gobierno
quedaban las clases dominantes que habían sido representadas bajo la monarquía
por los partidos tradicionales, resquebrajados ya antes de la dictadura y
desorientados por el cambio de régimen; también quedaban fuera los sectores
populares dirigidos por los partidos que se situaban a la izquierda del PSOE,
especialmente los influidos por la
CNT.
El gobierno
provisional realizó su primera reunión en la noche del mismo 14, y de ella
salió una amnistía general y el estatuto jurídico del gobierno provisional. Por
él sometía el gobierno todas sus decisiones a la sanción de las futuras Cortes
constituyentes, proclamaba las libertades políticas y sindicales y establecía
la exigencia de responsabilidades al régimen caído.
Desde los
primeros momentos el gobierno provisional adaptó decisiones importantes para
hacer frente a los problemas más graves, muchos heredados de la larga crisis de
la monarquía, otros surgidos o multiplicados por el cambio de régimen.
3. La República y la crisis
del 29
Los
primeros años de la II
República transcurrieron, pese a la imagen catastrofista que
se acuñó después, en un marco económico relativamente estable.
En una
situación internacional de profunda depresión provocada por el crack de 1929,
la economía española apenas sufrió al principio la recesión. La causa principal
está en la depreciación de la peseta que impidió el hundimiento de precios que
si sufrió el resto de la economía mundial. La segunda causa se encuentra en el
hecho de que la economía española era una economía “semicerrada”, por la débil
relación del país con los circuitos financieros internacionales, por lo que la
falta de crédito apenas arrastro a nuestro país.
Datos como
la renta per capita, PIB, salario y precios o tipos de interés reflejan el
estancamiento de la economía española.
La producción
agraria e industrial se mantuvo constante en los primeros años de la República e incluso
reflejan un mínimo repunte en 1932, al igual que la banca, que acumuló
beneficios a lo largo de la primera mitad de los años 30. Solo después de 1932 la
industria sufre un descenso leve y continuo.
Dicho eso
es cierto que una economía estancada no proporcionaba al gobierno republicano
la suficiente fuerza ni recursos para afrontar las grandes transformaciones macroeconómicas
que el gobierno pretendía para modernizar el país, tales como la reforma
agraria, educativa o laboral.
Además hay
que tener en cuenta la fuerte evasión de capitales que el país sufrió, especialmente,
en el primer año.
Junto a
ello hay que tener en cuenta dos factores muy negativos. Primero la crisis del
comercio exterior lo que hizo que cayeran tanto las importaciones como las
exportaciones (hay que recordar que las agrícolas y de materias primas era un
fuente importante de recursos para el país) fruto del proteccionismo que
desarrollaron ante la crisis la mayoría de países. En segundo lugar, España sufrió
en la década de los 30 un paro creciente y continuo, debido tanto a los
problemas internos (aumento de salarios, conflictos laborales, boicot de los
terratenientes a la reforma agraria) como al retorno de emigrantes que ya no tenían
empleo en unos empobrecidos países de acogida.
Así, en
1931 había en España 390.000 parados, que en 1935 se habían convertido en
670.000 (más de la mitad campesino).
Sin duda
sería el paro el gran problema derivado del crack del 29 en España y la causa
fundamental de la gran conflictividad en tiempos de la República.
Ante ello, la República intentó
equilibrar el presupuesto reduciendo el gasto público, lo que repercutiría en
la reducción de la inversión y el aumento de los salarios
Fuente José
Antonio Hernández, Flora Ayuso y Marina Requero
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