lunes, 26 de febrero de 2018

Básico 22, el origen de la Segunda República



Explica las causas que llevaron a la proclamación de la Segunda República y relaciona sus dificultades con la crisis económica mundial de los años 30


El 30 de enero de 1930 dimitió Primo de Rivera. El Rey intentó aún separar la suerte de la monarquía de la caída del dictador nombrando como jefe de gobierno al general Berenguer.

Pero el rey carecía de apoyos, y su descrédito era elevado. La mayor parte de los dirigentes políticos exigen una asamblea constituyente y muchos, entre otros antiguos ministros de la monarquía, se declaran republicanos.
El objetivo del gobierno Berenguer consiste en una vuelta paulatina y controlada a las instituciones de la Constitución de 1876. Inicia la formación del censo electoral para las futuras elecciones y tolera un cierto margen de libertad. Pero toda España se manifiesta a favor de un cambio radical.
En agosto de 1930 los dirigentes de las fuerzas políticas republicanas, socialistas y nacionalistas llegan en San Sebastián a un pacto sobre la naturaleza y el camino de la futura república. El otoño e invierno siguiente contemplan una explosión de huelgas y un resurgir de los movimientos de masas, favorecidos por las consecuencias de la crisis económica.
El comité surgido del pacto de San Sebastián convoca a una huelga-insurrección por la república el 15 de diciembre. La respuesta no alcanza el nivel deseado, aunque muestra las potencialidades republicanas. Los capitanes Galán y García Hernández, que se habían adelantado a la sublevación, son fusilados en los días siguientes.
Los dirigentes del Comité (Alcalá Zamora, Maura, Largo Caballero, Fernández de los Ríos, Casares Quiroga) van a la cárcel, de la que saldrán en olor de multitud unos meses después.

Una convocatoria de Cortes ordinarias anunciada por el gobierno es rechazada por la mayoría de los partidos, que piden unas Constituyentes; el general Berenguer presenta la dimisión. Tras recibir varias negativas, el Rey acaba encargando la formación de un gobierno de antiguos conservadores a Romanones y De la Cierva.
Para evitar un fracaso como el anterior, el gobierno inicia el proceso de normalización constitucional con unas elecciones municipales, pensando que así puede relanzarse el sistema de partidos, orillando la reforma constitucional y sin poner en peligro la monarquía. Las elecciones municipales se convocan para el día 12 de febrero de 1931.



1. Las elecciones municipales de 1931.

Las elecciones municipales dieron lugar en la mayoría de España a la formación de dos grandes bloques, el monárquico y el republicano-socialista. El primero pretendía la continuación de la Restauración en su forma tradicional, anterior a la dictadura; la conjunción republicano-socialista aspiraba a un régimen republicano, vista la imposibilidad de alcanzar la democracia bajo la monarquía borbónica. En algunas nacionalidades, como Cataluña y País Vasco, la opción era triple, por la existencia de partidos de ámbito específico de ellas.
El domingo 12 de abril tuvieron lugar las elecciones, con una participación notable y un clima general de orden: el número de electos era favorable a la monarquía, pero en casi todas las ciudades y poblaciones importantes la conjunción republicana había obtenido una mayoría abrumadora. Y éstas eran las únicas circunscripciones donde estaba asegurada la libertad electoral: la victoria moral era de los republicanos. 41 de las 50 capitales de provincias habían votado la república, así como las poblaciones inferiores de cierta importancia.
Las elecciones con que se pretendía retomar a la monarquía de la Restauración habían constituido un masivo plebiscito contra la monarquía, y todas las fuerzas políticas, incluyendo el gobierno y las fuerzas armadas, lo reconocían así. Berenguer envió la misma noche un telegrama a los jefes militares, recomendando que respetaran la "suprema voluntad nacional". El general Sanjurjo se negó a lanzar a la Guardia Civil contra el pueblo.

Al día siguiente se producen manifestaciones republicanas en Madrid, Barcelona, Valencia y todas las grandes ciudades. El comité revolucionario publica una nota exigiendo la entrega del poder, y Romanones, el ministro monárquico de mayor prestigio, aconseja al rey que se marche para permitir unas elecciones constituyentes. Sólo una minoría del ejército y del gobierno son partidarios de resistir, sabiendo que esto puede significar el comienzo de una guerra civil. El Rey acepta marchar y autoriza a Romanones la negociación con el comité revolucionario.
El 14 de abril comienza con una huelga general espontánea en todo el país. A las siete de la mañana se proclama la república en Eibar. Unas horas más tarde Companys y Macia proclaman en Barcelona la "república catalana", y poco después la república es en resto del país. En todas partes las autoridades monárquicas se desmoronan, y en muchas ciudades se produce una transmisión pacífica del poder a las figuras más conocidas de la oposición republicana.
La presencia del pueblo en la calle es ordenada, y adquiere incluso un carácter festivo. El Rey abandona Madrid.




2. El gobierno provisional

El gobierno provisional era bastante representativo de la oposición a la monarquía recién caída: republicanos antiguos y nuevos, socialistas y regionalistas. El presidente, Alcalá Zamora y el ministro de Gobernación, Miguel Maura, eran católicos conservadores y habían servido a la monarquía; Alejandro Lerroux y Martínez Barrio, eran los dirigentes del partido radical, de un republicanismo histórico cada vez más conservador. El PSOE estaba representado por tres ministros: Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Largo Caballero, el líder de la UGT. Nicolau d'Olwer y Casares Quiroga eran regionalistas, catalán y gallego, respectivamente. Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz pertenecían al partido radical-socialista, que como la Acción Republicana de Azaña era un partido de clases medias, ilustrado y anticlerical.
Fuera del gobierno quedaban las clases dominantes que habían sido representadas bajo la monarquía por los partidos tradicionales, resquebrajados ya antes de la dictadura y desorientados por el cambio de régimen; también quedaban fuera los sectores populares dirigidos por los partidos que se situaban a la izquierda del PSOE, especialmente los influidos por la CNT.

El gobierno provisional realizó su primera reunión en la noche del mismo 14, y de ella salió una amnistía general y el estatuto jurídico del gobierno provisional. Por él sometía el gobierno todas sus decisiones a la sanción de las futuras Cortes constituyentes, proclamaba las libertades políticas y sindicales y establecía la exigencia de responsabilidades al régimen caído.

Desde los primeros momentos el gobierno provisional adaptó decisiones importantes para hacer frente a los problemas más graves, muchos heredados de la larga crisis de la monarquía, otros surgidos o multiplicados por el cambio de régimen.

3. La República y la crisis del 29

Los primeros años de la II República transcurrieron, pese a la imagen catastrofista que se acuñó después, en un marco económico relativamente estable.
En una situación internacional de profunda depresión provocada por el crack de 1929, la economía española apenas sufrió al principio la recesión. La causa principal está en la depreciación de la peseta que impidió el hundimiento de precios que si sufrió el resto de la economía mundial. La segunda causa se encuentra en el hecho de que la economía española era una economía “semicerrada”, por la débil relación del país con los circuitos financieros internacionales, por lo que la falta de crédito apenas arrastro a nuestro país.
Datos como la renta per capita, PIB, salario y precios o tipos de interés reflejan el estancamiento de la economía española.
La producción agraria e industrial se mantuvo constante en los primeros años de la República e incluso reflejan un mínimo repunte en 1932, al igual que la banca, que acumuló beneficios a lo largo de la primera mitad de los años 30. Solo después de 1932 la industria sufre un descenso leve y continuo.
Dicho eso es cierto que una economía estancada no proporcionaba al gobierno republicano la suficiente fuerza ni recursos para afrontar las grandes transformaciones macroeconómicas que el gobierno pretendía para modernizar el país, tales como la reforma agraria, educativa o laboral.
Además hay que tener en cuenta la fuerte evasión de capitales que el país sufrió, especialmente, en el primer año.
Junto a ello hay que tener en cuenta dos factores muy negativos. Primero la crisis del comercio exterior lo que hizo que cayeran tanto las importaciones como las exportaciones (hay que recordar que las agrícolas y de materias primas era un fuente importante de recursos para el país) fruto del proteccionismo que desarrollaron ante la crisis la mayoría de países. En segundo lugar, España sufrió en la década de los 30 un paro creciente y continuo, debido tanto a los problemas internos (aumento de salarios, conflictos laborales, boicot de los terratenientes a la reforma agraria) como al retorno de emigrantes que ya no tenían empleo en unos empobrecidos países de acogida.
Así, en 1931 había en España 390.000 parados, que en 1935 se habían convertido en 670.000 (más de la mitad campesino).
Sin duda sería el paro el gran problema derivado del crack del 29 en España y la causa fundamental de la gran conflictividad en tiempos de la República.
Ante ello, la República intentó equilibrar el presupuesto reduciendo el gasto público, lo que repercutiría en la reducción de la inversión y el aumento de los salarios


Fuente José Antonio Hernández, Flora Ayuso y Marina Requero


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