lunes, 14 de octubre de 2019

Lutero, el clérigo que desafió al Papa



Las profundas transformaciones que estaba sufriendo la sociedad europea después del año 1.000, exigieron de la Iglesia, un rápido esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias. Por eso, en el siglo XII, surgieron, en el marco de la Reforma Gregoriana, nuevos grupos monásticos, como el Cister y Cluny.

No obstante, frente a los deseos papales de incrementar el poder de este estamento privilegiado, comenzaron a surgir en esta época fuertes movimientos populares y del bajo clero, que demandaban la conversión de la Iglesia, no en una fuente de poder, si no en un ejemplo vivo del mensaje de Cristo. Estos movimientos, influidos por el ambiente de crisis del siglo XIV, y, sobre todo, por las crecientes demandas sociales de los grupos sometidos, se proyectaron en doctrinas religiosas, condenadas por Roma como heréticas, y que se difundieron, ante todo, por la Europa mediterránea. La que consiguió más éxito fue la de los Cátaros o Albigenses. Ante el peligro de herejías, la Iglesia reaccionó acudiendo a la predicación, al reforzamiento de los valores morales (Devotio Moderna) y a la reorganización interna, para adaptarse a las necesidades de un mundo mas urbano, más burgués y mas racional. En este último campo, el acontecimiento básico fue el nacimiento de nuevas órdenes religiosas, denominadas mendicantes. Estas (franciscanos y dominicos), fueron intentos de la Iglesia de adaptarse al ambiente urbano, de intensificar el carácter popular, didáctico y solidario con los pobres de la Iglesia, y de crear una estructura organizativa mas preparada.
Con todo, muchos de estos cambios no pasaron de ser un simple cambio de imagen, insuficiente para adaptarse a los profundos cambios sociales políticos y económicos de los siglos XIV y XV. Ante el descrédito del sacerdocio, los creyentes buscaban la relación directa con Dios, cuando no se entregaban a la angustia existencial, el materialismo, la hechicería o la brujería. Muy pronto, la Iglesia comenzó a responder a estos problemas con el cese del dialogo y la represión, que alcanzaría su máximo exponente en la Inquisición. Esta respuesta venia provocada porque desde finales del siglo XIV algunos miembros del clero habían radicalizado sus posturas, señalando los graves defectos existentes en la Iglesia. En un mundo fervoroso, el hecho de que la Iglesia, el instrumento de salvación de la humanidad, estuviese contaminada por la corrupción causaba escándalo. La Iglesia vendía favores y sacramentos, muchos de los altos cargos solo eran nobles segundones que utilizaban sus puestos como instrumentos de lucro y poder. La Iglesia poseía enormes capitales surgidos de sus posesiones e impuestos, que empleaba para prestar a poderosos y pagar proyectos políticos, su sensibilidad social era precaria, su apoyo a los marginados nulo, su colaboración con el poder total y su ayuda al mantenimiento de la injusticia plena.

La idea de la necesidad de una reforma se sentía desde la Edad Media, en la que Joachim de Fiore ya pedía un rey secular que castigase a la Iglesia mundana, un rey campesino que salvaría el mundo. En Florencia. El dominico Savonarola, dominaba la ciudad a fines del siglo XV, implantando el puritanismo y llamando a hacer penitencia a todos los ciudadanos para prepararse a morir santamente. En Inglaterra, Wyclif criticó duramente a la Iglesia visible, la de los clérigos, y afirmó que las Escrituras podían ser comprendidas directamente por los creyentes. En los primeros años del XV, un checo, Juan Huss atacó al papado y al alto clero, y aunque fue quemado vivo por la Inquisición, sus ideas promovieron una gigantesca rebelión popular en Bohemia. Incluso renombrados intelectuales de la Iglesia, como Guillermo de Ockam criticaron abiertamente la mentalidad de la Iglesia, abriendo el camino del humanismo.
Además, en la mayoría de los casos, las críticas iban acompañadas de soluciones, como las ideas de Erasmo, que al no ser admitidas, por heréticas, abrían el camino a la rebelión, al cisma, a la Reforma.





EL LUTERANISMO.

Una de las funciones fundamentales de la Iglesia es la de perdonar a los pecadores. Para ello hay dos medios: la confesión o la obtención de Indulgencias, que pueden conceder obispos o el Papa a los fieles que realicen determinadas obras, como oraciones, peregrinaciones o limosnas. El abuso de esta última posibilidad seria la chispa que desataría el drama.
En 1517, Alemania era un territorio unido a la corona española, en la figura del emperador Carlos V, hecho que disgustaba a la burguesía del Norte (Hansa) y a algunos nobles orientales, pese a que la Iglesia apoyaba incondicionalmente esta situación. En ese mismo momento, los dominicos habían iniciado una campaña en Alemania de venta de Indulgencias, con el objeto de recaudar fondos para las obras de la Basílica de S.Pedro del Vaticano, hecho que disgustaba a los elementos más progresistas del clero alemán.
En ese mismo año, Martín Lutero, un agustino alemán instruido, inestable en su carácter y en su fe, puso a discusión en la capilla de Wittemberg la licitud de las indulgencias, a través de un escrito formado por 95 tesis, expuestas en la puerta de la capilla. Los dominicos le denunciaron a Roma, pues su actitud había puesto en tela de juicio la acción y moralidad de la Iglesia, además de haber paralizado la venta de Indulgencias. Las tesis de Lutero se imprimieron obteniendo, muy pronto, el apoyo de nobles y campesinos. En 1520,el Papa, León X emitió una confusa bula sobre el problema lo que aumento la influencia de Lutero, ante la debilidad de la jerarquía.
La contestación de Lutero seria un nuevo documento criticando total y demoledoramente a la Iglesia, y quemando, posteriormente, la bula papal de excomunión. En 1521 Lutero, apoyado por el duque de Sajonia y por el intelectual Melanchtón se declara separado de la Iglesia católica y enemigo de esta, niega a los sacerdotes su papel de intermediarios y ministros de la Fe, proclama la licitud del libre examen bíblico, es decir, la interpretación personal e individual de la Biblia, rechaza los sacramentos como formulismos lacios, y afirma que es la fe y no las obras, lo que salva al hombre.

Muchos príncipes alemanes y masas campesinas se pasan a la reforma de Lutero. Al predicar una Iglesia pobre, los estados se harán cargo de las riquezas de la Iglesia, ocupando los campesinos tierras de obispados y abadías. Se mezclaron así, religión y anhelos de reforma social. Pero además de esto, al colocarse el emperador español de parte de la Iglesia romana, la reforma adquiriría, pronto un claro matiz político de carácter nacionalista. La lucha por la libertad religiosa se convertiría, en seguida, en una lucha por la libertad política. El emperador nunca conseguiría llegar a un arreglo pacifico con la alianza de los príncipes alemanes protestantes (Liga de Esmalkalda), pese a las diversas dietas convocadas ( Worms, Spira y Habsburgo). Finalmente, estallaría la guerra civil en los años treinta, entre seguidores del emperador y rebeldes protestantes. Pese a los resonantes éxitos militares españoles (Ketbet y Muhlberg ) se debió llegar finalmente a un tratado de paz ( Paz de Augsburgo de 1555),que reconocía la libertad religiosa de los privilegiados, e iniciaba una nueva era en Europa.



Imagen fueradeseries

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