jueves, 27 de octubre de 2016

Profesores guerrilleros



Vivimos tiempos revolucionarios en la educación. Aunque quizá las palabras más adecuadas sea inquietos, ansiosos y, por desgracia, confusos.

El tema de moda en las últimas semanas ha sido el nuevo planteamiento de los centros de los jesuitas catalanes. Un cambio radical (o eso parece) en la estructuración de la práctica diaria, con una fuerte apuesta por la iniciativa del alumno a la hora de aprender y (como no) por la tecnología, el becerro de oro de la educación.
Un cambio que no se si podríamos calificar de imposible, porque parte del intento de hacer convivir un espacio abierto y relativamente libre de aprendizaje, con una estructura global en todo el estado que es más férrea aun que en el pasado. Temarios cerrados, sistema de evaluación homogéneos, pruebas externas de convalidación … Es difícil conseguir que un alumno vuele libre para al final obligarle a hacer un examen del que luego dependerá su futuro. Hasta tal punto, que la nueva experiencia de los jesuitas se ha visto obligada a crear un algoritmo para convertir la realidad del aula a la ficción administrativa, otro alarde de aplicación tecnológica.

Planteado así, toda nuestra educación sigue manteniendo un punto de engaño. Innovamos, cambiamos, mejoramos trabajamos con los alumnos para a continuación traducir ese trabajo a un código que sea admitido por directores e inspectores. Intentamos crear nuevos caminos para que los alumnos contextualicen su aprendizaje y se actualice en el de la escuela, hasta que en el horizonte aparece la selectividad, las pruebas de diagnóstico (y ahora las nuevas pruebas de nivel) para abandonar todo apresuradamente y preparar a los alumnos para superar un examen. A eso se reduce todo al final. Así que durante años, muchos profesores se esfuerzan por educar en un mundo ideal (en el buen sentido) que nada tiene que ver con lo que va a encontrarse fuera del aula (pero dentro del sistema educativo).

Ese carácter guerrillero de muchos docentes es compartido incluso por la administración. No son pocos los esfuerzos de la administración educativa, o de instituciones no públicas, que no concuerdan con la capacidad real de educar o con las exigencias finales de esa misma administración.

Un ejemplo es el proyecto Agrega una herramienta muy potente para compartir y emplear en el aula recursos didácticos, tanto en los formatos uniformes habitualmente empleados por los docentes (imágenes, video, textos), como proyectos que integran a todos ellos. Es una funcionalidad más interesante, puesto que permite crear o emplear secuencias de aprendizaje, tanto en webs, como en LMS (moodle es el más utilizado en educación), como en aquellos espacio educativos creados o gestionados con CMS (como joomla, muy habitual en muchos espacios educativos).

Este tipo de secuencias de aprendizaje no están totalmente generalizadas en las plataformas que usamos para educar, por lo que encontrar un repositorio con estas características (en estos formatos, con este sistema de etiquetado y de búsqueda), es un paso importante para la difusión de esta herramienta de aprendizaje, que apoya el trabajo de aula, la extensión más allá de ella del aprendizaje y la autonomía del alumno para desarrollar su propio entorno de aprendizaje, bajo la tutela de su profesor.

Descubrir todas sus posibilidades, como con cualquier medio tecnológico, es una labor de tiempo, de lectura y de trasteo personal, con lo que pretender que herramientas como esta resulten efectivas sin medios añadidos, tiempo de preparación, formación previa del profesorado y falta de sistemática global  resulta atrevido.

Con todo hay varios aspectos que ofrecen un obstáculo para los profesores que estamos poco avezados en la tecnología. Uno de las barreras que se presentan a los profesores que se inician en el manejo de las TIC no solo estriba en el propio dominio de las herramientas, sino en su terminología, en ocasiones difícil de abarcar (LOM, Scormo, CMS, LMS …)y que aparece para muchos como un elemento disuasorio para acceder a ella. La tecnología, creo, debe hacer un esfuerzo por presentarse con un lenguaje más accesible para el común, o con medios y tutoriales que faciliten el acercamiento. En esa línea, encontrar un recurso es sencillo en la web, emplearle, “llevarle” a otro medio, al entorno habitual del profesor, no siempre lo es. De hecho, una vez descubierto el recurso es posible que el profesor acceda a una pantalla donde las opciones sean claras para acceder, exportar o guardar. O bien a una pantalla donde más allá de la previsualizar, descargar o dar un uso eficiente es tarea harto complicada. O bien acceder a una pantalla que te indica que el recurso no existe o es inaccesible. Esa falta de homogeneidad en el itinerario de uso puede convertirse en un problema. Y aquello, el uso, es otro paso sobre el que reflexionar. Trabajar sobre un scorm, o simplemente emplearle, requiere un cierto conocimiento de los recursos abiertos y gratuitos que pone a tu disposición la web (sterjo, Pro Profs, calameo, lulu ..) y de la pedagogía y la metodología que exigen estos recursos. Porque emplear REA o TIC en general, no solo implica enriquecer una forma de trabajo ya en marcha, sino transformarla. Modificar el papel del profesor, modificar el papel del alumno, desarrollar la competencia de la lectura interactiva y reconvenir hasta los espacios y los tiempos. Y eso, creo, debe ser un campo sobre el trabajar al unísono en un país fragmentado en autonomías, sensibilidades, concepciones y nivel de medios. Nos falta favorecer la conectividad con comunidades y repositorios en los que decenas de compañeros están haciendo una labor ingente de formación y co participación (portales de las CC.AA, comunidades educativas como IneveryCrea o proyectos colaborativos como en la NubeTic).

Y es que, cuando descubres un medio fuerte para educar, las posibilidades crecen a cada instante, en la misma proporción que los interrogantes, y estos, cada vez son más grandes.



Imagen UCO.es

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