Grandes
redes donde se desarrolla ya buena parte de nuestra vida, como facebook o
whatsap siguen retorciendo las normas de privacidad de facebook. Un paso más
hacia la conversión de Internet en un intrincado laberinto de sometimientos y
manipulaciones.
Suelo decir
a mis alumnos que la pluralidad es el pilar de lo político, y esto de la vida
en común. En realidad la idea no es mía, sino de Hannah Arendt.
Reconozco
que es una idea fácil de decir, yo vivo en los libros, y mis alumnos viven en
las redes. Revoluciones enteras, tendencias globales o movimientos de opinión
han “nacido” en la red y se han difundido en ella de forma viral. Nada más
falso. Un reciente estudio de Pew Internet American Life Project demuestra que
nuestro conocimiento procede cada vez más de “entornos curados”, péquelos
mundos de la red creados a nuestra medida, de cuyo encierro no salimos. Una
tendencia es seguir a los medios a través de twitter, y hasta participar en
ellos así, formando en nosotros “entornos personalizados de información”,
potenciados por el uso cada vez mayor en nuestros blogs y sites de agregadores
de contenido del tipo de Paper-li, Greader o Percolate.
A ello se
une que la “viralización” no se basa en la calidad de la información, sino en
su popularidad en ese entorno personalizado. Pero, no solo reducen nuestras
oportunidades de información los agregadores. Todo nuestro entorno digital esta
analizado al extremo y contextualizado. Nuestras fuentes parten de algoritmos sociales
o geográficos, geolocalizadores o feeds inteligentes que analizan nuestro
comportamiento para decidir a que información nos conviene llegar. Y los más
grave es que esa obsesión, como la califica David Armano, quizá basada en la
seguridad obsesiva, se está trasladando a la educación, donde las aulas
virtuales cerradas y los PLE triunfan. Fuera de las aulas es igual, los
“grandes” también se afanan en darnos entornos alejados del “caos”, de lo que son ejemplo Facebook connect o
Google Social Search. Lo humorístico es que son entornos donde no solo se nos
aísla, sino que, en la más pura interpretación de la reforma laboral española,
se nos emplea como productores gratuitos. Ya no somos usuarios, somos
prosumidores. Nativos que se comportan como esos laboriosos clientes del Ikea,
que terminan en su casa el trabajo empezado en los burdeles industriales de
Asia. Así actuamos nosotros, multiplicando, difundiendo y adaptando la
percepción que nos llega.
A tal
extremo hemos llegado, que gurus como Rohit Bhargava han creado figuras como el
“curator”. Un especialista en que las empresas puedan ser competitivas en esta
red. No hablamos de un dinamizador, tipo Community Manager, sino de un
profesional formado para crear un espacio profesional seguro y con un conocimiento
resultante de un proceso crítico, que aporta la información más relevante en
ese sector.
Es cierto,
como explica Dolors Reig, que la probabilidad de que alguien se de de alta en
una red “no depende del número de amigos que le inviten, sino de cuántos son
los grupos desconectados unos de otros a los que pertenecen esos amigos”. Pero
ese es el mecanismo para integrarnos en grupos de pertenencia, que esta
asociado a la llamad “deseabilidad social”, estar en la red, pero no es el
mecanismo para meternos en grupos de referencia, que es lo que marca nuestra
permeabilidad a la información.
Y para todo
eso reúnes el fruto de tu historial en slide, en ning o en google friend
connect, y un buen día la empresa que te ofreció un espacio gratuito cierra, se
lleva tu contenido o te muestra cien caminos ininteligibles para recuperarlo, y
te quedas sin nada. Otra arista de los entorno “curados”.
Cada vez
veo menos en mi pantalla las luces de Hannah, y cada vez más las sombras de
Neo, el de matrix.
Imagen
concepto05.com
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