Doctrina política que fue elaborándose a lo largo de los siglos XVIII y XIX partiendo del principio de la libertad individual, de la libertad económica y la libertad privada, de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, así como de la división de poderes, la consolidación de un estado de derecho garantizado por una constitución, la participación en la vida política de un electorado seleccionado a partir de un censo, la representación de ese electorado en un Parlamento dotado de poder legislativo, la ruptura de los vínculos feudales, la plena soberanía del Estado, su carácter laico y la tolerancia religiosa. Su origen se encuentra en las teorías ilustradas, tomando forma de ideología política en la España de la Guerra de la Independencia.
En España, esta ideología heredera de los principios ilustrados, estuvo dividido en dos grandes corrientes, la doctrinaria (doceañistas, moderados o conservadores según la época), que defendía el elitismo de la política, un gran censitarismo, el centralismo, el proteccionismo y la confesionalidad del estado, y la progresista (también llamada en cada época radical o liberal), que defendía los intereses de las clases medias, el anticlericalismo, el librecambismo y una mayor sensibilidad social, hecho que se tradujo en el ser los protagonistas de los grandes cambios económicos (ferrocarriles, industria y desamortizaciones).
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