La evolución
de la población española durante el período que va desde 1800 hasta 1930 se vio
caracterizada por una serie de rasgos demográficos generales:
La escasez
de censos. Conviene destacar que la llegada de métodos con los que registrar y
cuantificar fielmente la población fue bastante tardía en España (el primer
censo fiable data de 1857). *El censo de
Godoy de 1797 ya contabilizaba 10,5 millones de habitantes y el de 1900 en
torno a 18 millones.
Por otro
lado, fueron de especial relevancia los procesos migratorios en dos sentidos:
el éxodo rural (asociado a la industrialización desde 1854) y los movimientos
internacionales (especialmente con las colonias).
En el
primer caso se produjo un movimiento continuo de población desde las provincias
básicamente agrarias del centro, como Guadalajara, Teruel o Soria, hacia la
zona industrial catalana y del Norte, y a Madrid a finales del siglo XIX: éxodo
rural.
En el
segundo caso hubo una migración persistente hacia el norte de África, América y
Europa, tanto por razones económicas (temporal) como políticas (exilio).
A mediados
de siglo la desaparición de obstáculos legales hizo aumentar la emigración
sobre todo a Sudamérica. A finales de este siglo las guerras en las colonias
frenó este movimiento regresando importantes grupos de población.
Durante el
XIX España apenas inició la transición demográfica, perviviendo un régimen
demográfico antiguo, con alta natalidad (30-35%0) y alta mortalidad (30%0) debido a las malas condiciones de vida de la población
y a la denominada mortalidad catastrófica (Guerras de Independencia, Carlistas, de
Marruecos, de Cuba, crisis de subsistencia de 1856-57; 1867-68 o epidemias,
como la peste de 1854 o el cólera de 1885).
Fruto de
ello se produjo un lento crecimiento de la población (0,5% anual)
Con todo,
la demografía española dependió notablemente del ciclo histórico en este
período.
Concretamente,
podemos dividir esta evolución demográfica en tres etapas fundamentales:
Período
1800-1820. Se enmarca en el contexto de las Guerras Napoleónicas y la Restauración de
Fernando VII.
La
demografía durante esta época estuvo estancada debido a los conflictos bélicos
y las persecuciones contra los liberales que emprendió Fernando VII a su
retorno a España. Esto implicó un aumento de la mortalidad, mientras que la
natalidad se mantuvo alta (ya que se corresponde con la etapa preindustrial).
Período
1820-1860. Se caracteriza por un aumento de la población (en la etapa de los
reinados de Fernando VII e Isabel II). Estuvo relacionado con el despegue de la
industria en el Bienio Progresista y con la mejora en la producción agraria
como consecuencia de las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. Todo ello
implicó una mayor calidad de vida.
Conviene
destacar igualmente el éxodo rural, por la salida de antiguos campesinos hacia
las ciudades (ya que las propiedades comunales pasan a manos privadas).
Además, el
movimiento migratorio hacia América es mucho menor por la pérdida de numerosas
colonias.
Período
1860-1900: Se corresponde con los últimos años del período isabelino, la etapa
del Sexenio Democrático y la Restauración Borbónica. En este caso, se produjo
un nuevo estancamiento de la población a causa de otro ciclo de guerras (la
guerra carlista, la guerra de Cuba).
Igualmente,
se trata de un período marcado por las revoluciones y la inestabilidad del
país.
Por otro
lado, estuvo caracterizado por el “capitalismo salvaje”, por el cual los
obreros padecen condiciones de vida precarias y aumenta en gran medida la
mortalidad laboral.
Otro de los
efectos en este período fue la crisis económica internacional y la epidemia de
gripe, lo que contribuyó tanto al descenso de la natalidad como al aumento de
la mortalidad.
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