Un poco discreto ha sido el regreso, tras dos años de ausencia, de Lydia Bosch a la televisión, en un viaje a los orígenes que la devuelve al punto de partida, como presentadora, tras dos sonoros fracasos (“La verdad” y “Mía es la venganza”) en Tele5. Anunciado a bombo y platillo por la cadena pública, “El gran premio de la cocina”, desplegó el lunes sus encantos en Televisión Española, de la mano de una radiante, eso sí hay que reconocérselo, Lydia Bosch, que visiblemente nerviosa, vertió sobre el programa ese encanto natural, y esa limpieza que la ha hecho una de las más populares actrices de nuestro país. Como dicen los pijos de la tele, "El gran premio de la cocina" es un "talent show" que tiene como protagonistas a cocinillas variados los cuales elaborar platos de cocina tradicional y mediterránea, con la ayuda de un jurado experto (el chef estrella Michelin Javi Estevez y la nutricionista Marta Verona) y un invitado diario menos experto.
En esta semana los invitados han sido de renombre (Paula
Vázquez o Carlos Baute). La idea no es nueva. Basado en un formato de la televisión
argentina ha tenido un éxito importante en “Eltrece”, donde lleva en antena 11
temporadas.
En España, la cadena pública, aparentemente, se ha volcado
en el proyecto, trabajando durante meses con los concursantes, recogiendo sus recetas
preferidas, adaptándolo a un formato de elaboración de 35 minutos.
El programa recuerda, salvo en las edades y la temática a
aquel fantástico “No te enrolles” en el que niños de 11 y 12 años opinaban sin
filtros sobre temas de actualidad. Como en el actual, daba gusto oír a gente
sensata (me refiero a los niños), sobre temas como la monarquía o Cataluña, lo
que le daba al programa un puntito.
Solo ha pasado una semana del estreno de este programa de
pucheros y aunque la audiencia ha dado un soberano palo a esta propuesta es
difícil decantarse por una valoración. Pero con todo no me ha gustado. Le ha
faltado agilidad, frescura para seguir el ritmo de los cocineros. Y Lydia lo ha
intentado, pero se la ha visto muy encorsetada en el guion, excesivamente
grandilocuente y almibarado. Un guión que ha dado muy poco juego a los
invitados, estando todos tan pendientes del reloj que han caído en un par de
minutos de tópicos y una relación con los concursantes en la que parecían creerse
que estar hablando con aficionados es hablar con tontos y hay que mantener una
conversación superficial. Me imagino que cuando “El gran premio de la cocina” empezó
en Argentina sería igual, y mirarle ahora, un éxito. Con todo me temo que Lydia
Bosch ha patinado con esta elección. Una actriz desaprovechada esta, con un
encanto natural que le ha permitido meterse al público en el bolsillo con
pelotazos tremendos como el “Gran juego de la oca”, “motivos personales” o “Médico
de familia”, con casi dos millones aun de telespectadores en su enésimo
destierro en las madrugadas de tele5 estrellas. En todo caso dos cosas hay que
reconocer que tienen su mérito y hay que reconocerlo. Que una cadena se
arriesgue a cubrir su prime time con un programa blanco y familiar. Y otra que una
estrella abandone otros proyectos más suculentos por conducir un programa que
compite con “La ruleta de la fortuna”. La deseo suerte, porque creo que la
merece, pero eso de ser conservadora y católica es una mala carta de
presentación en esta profesión. Que se va a hacer.
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