“Mi padre nació hace 31 años en el inmundo desierto de Argelia, pero no es argelino. Mi madre nació entre las mismas arenas, y no son suyas. Yo he nacido en medio de la nada, y quiero ser de algún sitio. Porque tengo derecho a ello”.
Así comienza la carta de una joven saharaui que hemos recibido en la redacción hace unos días.
Es el ejemplo de un pueblo, de una nación, cuya imagen se va diluyendo en el océano de los problemas internacionales, desdibujándose hasta que ya no recordemos ni su nombre.
Maribel Frier pertenece a la organización no gubernamental “Cantabria por el Sahara”, hemos hablado esta semana con ella para contrastar el contenido de esta carta, y el resultado no deja de ser preocupante. Falta de financiación estatal, perdida de conciencia ciudadana sobre el problema y una palabra común a todos los implicados, olvido.
Según nos cuenta, “Cantabria por el Sahara tenía una subvención para cubrir parte de un programa denominado “Vacaciones En Paz” que permitía traer a niños saharauis a pasar el verano. Un periodo que facilitaba controles médicos, mejorar su alimentación y llenarles de vida durante unos meses. Durante los gobiernos de coalición regionalistas-socialistas recibieron esa subvención, pero la llegada del PP al poder regional se cortaron de raíz las ayudas. Maribel nos explica que los voluntarios de CxS han estado manteniendo el programa con sus propios medios, lo que ha afectado negativamente al programa, pudiendo acogerse a él menos niños. El gobierno actual de coalición en Cantabria ha empezado a aportar fondos y eso abre una esperanza. Pero el problema con el Sahara no se reduce a eso. Hasta hace poco tiempo los distintos proyectos a nivel estatal traían a 10.000 niños a España, en la actualidad son la mitad los que se acogen a este programa.
“Los programas de asistencia a niños y familias en Sahara no peligran solo por la financiación, peligran porque no hay gente ni familias que se quieran encargar de cuidar, de hacerse responsable de los niños que vienen. En parte por la dificultad económica que siguen viviendo muchas familias, pero en la mayoría de casos es porque no quieren responsabilidades”.
Y es que en los últimos años la dificultad para encontrar personas que se implican en los problemas del Sahara ha aumentado. En Cantabria el objetivo para este año era traer a 60 niños (15 más que en años anteriores) pero lo que cuesta ahora es encontrar 60 familias.
Y es que la conciencia social sobre el problema saharaui está disminuyendo. Más aun, según nos cuentan los voluntarios de estas ONG “mucha gente ya no sabe cual es el problema del Sahara, lleva tanto tiempo el problema enquistado que hemos perdido la perspectiva de lo que ocurre y de porque luchamos algunos. Ahora hablamos de traer niños con dificultades, ya no hablamos de luchar por un pueblo en dificultades, ya no pensamos que estamos hablando de gente que en 1975 eran españoles, y que les hemos abandonado, y no lo hacemos por puro desconocimiento”.
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