Corría el año 1944 y la Segunda Guerra Mundial apuntaba, cada vez con más fuerza, a una victoria aliada. Presa de su falta de medios, la wehrmacht puso sus ojos en Alsacia y reclutó a 130.000 jóvenes. Alsacia había sido un territorio duramente disputado entre Francia y varios reinos alemanes. Ocupada por el Reich en 1870, volvió a manos francesas en 1918 y de vuelta a las alemanas en 1940. Aun hoy es difícil saber que son los alsacianos, pero en la época la Alemania de Hitler lo tuvo claro. Pero aquellos jóvenes no se sentían identificados con la Alemania nazi. Se resistieron hasta que la violencia y la Gestapo doblegó su voluntad. Así surgieron los “malgré nous” o a “nuestro pesar”. Jóvenes incorporados al ejército alemán, que les consideraba alemanes, contra su voluntad.
La declaración de “a nuestro pesar” no fue, sin embargo, muy entendida en la Europa de la posguerra. Los tribunales franceses y los de Nuremberg condenaron a muchos de estos jóvenes por colaboracionismo, al mismo nivel que los miembros de la Francia colaboracionista de Vichy. De nada sirvieron sus alegatos y justificaciones, se habían unido al enemigo y luchado contra Francia y sus aliados.
Esta mañana ha ocupado todas las cadenas de televisión y radio otro “Malgré Nous”, el candidato venezolano de la oposición Edmundo González Urrutia. Tras celebrarse las elecciones hace seis semanas, Urrutia se refugio en la embajada holandesa en Caracas y luego en la residencia del embajador español. Sin esperanzas para él de que se reconozca su supuesta victoria en las elecciones presidenciales, y con la policía y la fiscalía tras sus talones Urrutia he preferido negociar una salida pacífica y volar a España, donde el gobierno le ha prometido el asilo, siguiendo los pasos de López, Ledezma o Guaidó.
Nadie duda que Urrutia se va de Venezuela “a su pesar”, pero si cabria hacerse la pregunta, como los tribunales franceses de 1946, de si la oposición venezolana puede hacer algo más que huir, como en estos 25 años. Y es que ya lo dijo Churchill, tras los aplausos por Dunkerke: “Las guerras no se ganan solo con retiradas. Hoy hay 100.000 venezolanos en el exilio por motivos políticos, o lo que es lo mismo, 100.000 opositores menos para Maduro. No le hecho la culpa a Urrutia, pero al menos si cabe cuestionarse la actuación de las potencias occidentales y los países americanos, incapaces de prestar apoyo a la oposición y conseguir que esta alcance sus objetivos alcanzados, según esta, en las urnas.
Pero Urrutia o la heroína María Corina Machado no son los únicos cuya vida deambula contra su voluntad. Este verano una avalancha de africanos ha llegado a Ceuta, Melilla y Canarias. El cambio climático, la falta de estado o las guerras y persecuciones son los motores de estos nuevos “Malgré Nous”. Para más inri, muchos de ellos vienen de países donde las tropas de España y Francia sostenían a sus gobiernos. Hoy esas tropas se han retirado, dejando un hueco que han ocupado los mercenarios de Wagner o el ISIS. Ante la violencia y la arbitrariedad han huido y hoy los despreciamos y culpamos de todos los males.
Pero a ellos no ira a buscarles un avión de la Fuerza Aérea, como a Urrutia, ni vivirán en una bonita residencia. Les espera un barracón o una tienda de campaña en un muelle. Tras ello, la deportación a sus países, a ese pozo de miseria y odio en que se han convertido, o el envío a la Península, para que se busquen la vida y sean la diana de la extrema derecha.
En un caso o en otro podíamos actuar en origen, fomentando la libertad en Venezuela o la prosperidad y la paz en África, pero no la haremos. Acogeremos a los nuevos “Malgré Nous”, según su rango, y hasta que el tedio por sus problemas nos invada.
Imagen de El Tiempo. Urrutia con la líder de la oposición Maria Corina Machado
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