En esta
lenta despedida solo quiero que conozcáis, a la sombra de mis ojos, no solo a
grandes personas, si no a aquellos con quienes tengo una deuda de gratitud. Personas
que han educado, ayudado y formado a cientos de jóvenes de nuestra ciudad y que
han construido un colegio, más allá de unos simples muros.
“La que
sostiene y ayuda a los suyos”, eso significa su nombre en latín. Y ese es su día
a día. Alegre, positiva, preocupada por todos, abierta, ilusionada por su
trabajo, con una fuerte querencia por sus niños. Pero sobre todo noble y leal.
Dicen que la mejor alabanza que se puede hacer a alguien es decirle que es una
buena persona, Y ella lo es con mayúsculas. No muchas personas atesoran la
generosidad hacia los demás como Pilar. No muchas personas tienen la conciencia
tan limpia y la mirada tan sincera como Pilar. Todos los días, hasta los más
crueles la oigo contar sus ilusiones, sus pequeñas o grandes alegrías, sus
planes llenos de esperanza, sus preocupaciones por mejorar y esforzarse para
dar a sus alumnos lo mejor. Su preocupación continua por sus amigos y
compañeros, su deseo de ayudar, de apoyar, de sostener de acompañar en el
dolor. Muy pocas personas han sido tan leales conmigo. Nunca olvidaré como
cuando ellas intentaron lapidarme con una mentira, ella fue la única que creyó ciegamente
en mí y me ofreció su apoyo a cambio de nada, y sin importarle las
consecuencias que la reportara. Fue de las pocas personas que permanecieron a
mi lado en el infierno de los siguientes años. Como aun hoy, que me mira a los
ojos cada día para descubrir si estoy bien o si preciso una palabra amable, una
sonrisa, una caricia o un firme “sigo aquí para lo que necesites”. Aun hoy debo
darla las gracias por cuando la pedí que me acompañara en un largo viaje y
ella, como Heidi decidió dejarlo todo para estar a mi lado. Por nada más que su
bondad y su lealtad.
Conocer a
una persona buena, en el más amplio sentido del término marca a quienes la
rodean, y eso deberían tener presentes los alumnos y los compañeros que han
compartido con ella estas tres décadas.
He tenido
la suerte de ayudar a educar a sus hijos y que ella confiara en mi para hacerlo.
Y en visto en cada el resultado de una madre y una educadora extraordinaria.
Cuando me
vaya siempre te recordaré. Y cada vez que sepa de ti solo saldrá de mi voz “gracias”,
nunca te olvidaré Pilar.
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