“Somos los pilares de Europa, y de nuestra
energía y de la fuerza de nuestras convicciones dependerá la altura del ideal
europeo”. Son parte del discurso de presentación de Amanda Agüeros ante el
Parlamento Europeo el pasado 26 de octubre, en la jornada de escuelas europeas
en la que el Colegio La Paz
representó a nuestro país.
Era el resultado del trabajo, desde hace un
año, de nuestro colegio como Escuela Embajadora del Parlamento Europeo, y el
principio de la colaboración con la asociación Eureca-ESN Santander de
estudiantes, que nos está permitiendo construir un debate continuo entre
jóvenes de secundaria de nuestro colegio y estudiantes cántabros y jóvenes
erasmus de diversos países europeos. Unos encuentros entre jóvenes que están
descubriendo Europa y quienes aportan la diversidad y la movilidad desde su
juventud.
El modelo queda representado en los
encuentros periódicos entre alumnos de 4º de secundaria del Colegio La Paz y una veintena de
estudiantes erasmus.
Tras la preparación en las áreas de
francés, inglés, filosofía e historia de los alumnos de secundaria se
organizaron cuatro mesas de debate entre ambos colectivos. Dos que se
desarrollaron en inglés, una en francés y otra en castellano.
En ellas se debatieron cuatro grandes
líneas del desarrollo y la construcción de Europa:
“La ciudadanía activa”
“Inmigración y derechos humanos en Europa”
“Elecciones europeas, aportaciones de
Europa a los jóvenes”
“El futuro de Europa y la aportación de los
jóvenes. El programa Juncker”
La metodología de estos encuentros se basa
en la preparación previa de ellos en las aulas, convirtiendo a Europa en un
activo curricular. La convocatoria del encuentro, el visionado de material
audiovisual relacionado con los temas, la presentación del debate y las líneas
claves de la discusión y el debate en si mismo. Cada grupo elabora unas
conclusiones y el plenario de todos los grupos un manifiesto en el plasman sus
inquietudes, sus miedos sobre el desarrollo de Europa, sus ilusiones como protagonistas
del proyecto y sus ideas sobre él.
Del primero de esos encuentros surgió el
manifiesto del 13 de diciembre, muy vinculado a la oportunidad que las
elecciones de mayo ofrecen para el conocimiento de Europa y su construcción.
“Nosotros, jóvenes de 12 países de la Unión y de tres generaciones
de europeos, queremos manifestar nuestro compromiso con el ideal europeo,
nuestra preocupación por los obstáculos que ante el se alzan y nuestra
convicción de que las próximas elecciones al Parlamento de la Unión será una gran
oportunidad para el conocimiento, el compromiso y la intervención activa de la
ciudadanía europea.
En septiembre, el presidente de la Comisión Europa
Jean-Claude Juncker “"Europa es demasiado pequeña para dividirse en dos o más
partes, debemos demostrar que juntos podemos sembrar las semillas de una Europa
más soberana, debemos abandonar el nacionalismo exagerado que proyecta el odio
y destruye todo a su paso. Este tipo de nacionalismo, que apunta con el dedo a
los demás, en lugar de buscar una manera de vivir mejor juntos, vivir de
acuerdo con la llamada unificadora de Europa”.
Estamos de acuerdo con esa visión de los
obstáculos que se alzan ante este proyecto, pero consideramos que el
nacionalismo que desgarra nuestro continente no debe ser criticado cuando se
convierte en una fuerza parlamentaria aupada por el voto de miles de
ciudadanos.
Ha de ser erradicado desde su raíz con
políticas realistas, haciendo autocrítica sobre la lentitud y titubeo de los
miembros en la toma de decisiones, haciendo ver a los ciudadanos que la
burocracia es una herramienta para una vida mejor en común pero que debe ser
analizada en su dimensión actual,
mejorando y aumentando los programas de movilidad educativa y profesional,
el conocimiento entre comunidades, el descubrimiento de la riqueza que esconde
nuestro continente y actuando con mayor contundencia ante la impunidad de
grupos que ensalzan como valores la división, la violencia, el egoísmo
colectivo, el aislacionismo y la perturbación de la convivencia entre los que
no son iguales.
Pero estos ideales de igualdad,
cooperación, acogimiento, solidaridad y pluralidad que defendemos no están en
peligro solamente por el auge del nacionalismo, si no por la propia existencia
de los estados. “Europa es demasiado pequeña para dividirse”, dijo nuestro
presidente, pero tampoco es demasiado grave para que se mantenga una estructura
tan ambigua, compleja y reiterativa de administraciones, muchas volcadas, tan
solo, en el bien de su comunidad, sin reparar en las necesidades colectivas y
los sacrificios individuales que estas exigen.
Las políticas migratorias europeas, en
algunos países inexistentes y en otros vergonzantes. Y, creemos que Europa debe
asumir el liderazgo en la búsqueda de soluciones a este problema, recordando
que su raíz se encuentra, en parte, en el infame colonialismo de tiempos
pasados.
Europa debe crecer sobre una frontera
común, permeable, abierta tanto al talento como al sufrimiento, y donde todos
los países se involucren. No es una solución que solo los países ribereños del
Mediterráneo afronten en solitario la llegada de inmigrantes. No es solución
hacinar a los refugiados en los países limítrofes a nuestras fronteras. No es
solución crear muros o ponernos gafas de sol para que no nos deslumbren el brillo
de las lágrimas de tanta gente. Pueden ser soluciones para otros, pero para la Europa que queremos
construir, no.
Como diría el maestro Windu al joven Skywalker,
el desconocimiento lleva al miedo, el miedo a la intolerancia y la cólera y
esta al lado más oscuro de nuestra civilización.
Por ello creemos que junto a la
reestructuración y redimensionamiento de las estructuras de decisión, la Unión debe plantearse dos
grandes políticas con seriedad, y pensando en el bien común, cerrando los ojos
ante los espurios intereses de grandes corporaciones, muchas veces ajenas a
nuestro continente, y casi siempre a nuestros ciudadanos.
De un lado una política inclusiva de
empleo, un mayor esfuerzo en la igualación de todos los países en sus
infraestructuras, un olvido rápido de las políticas tendentes a subvencionar
causas económicas perdidas y una llegada pronta de una gigantesca apuesta por
la innovación y el freno al elitismo científico y tecnológico, que crea
desconfianza de unos países hacia otros, de unas clases hacia otras, de unos
ciudadanos hacia otros.
Un desarrollo económico que no debe estar
pendiente de crear riqueza o de competir en el tablero internacional, sino de
solucionar los problemas de la mayoría, garantizar la equidad de los ciudadanos
allá donde se encuentren y levantar un edificio cada vez más grande para
acoger, en pie de igualdad a la nueva Europa que nace cada día en la vida de
sus jóvenes.
Pero hay algo muy ligado a estos aspectos
(la equidad, la tolerancia y el progreso), la educación.
Nuestro programa de acción conjunta entre
alumnos españoles de secundaria y estudiantes europeos erasmus nos ha
demostrado que el conocimiento mutuo y la colaboración son factores esenciales
para crear una sociedad basada en la armonía y el progreso, siempre y cuando
ese conocimiento e intercambio sea parte de resultados tangibles en la vida de
la gente. Los programas educativos de movilidad no pueden ser solo una
experiencia aislada, una anécdota en la vida de un joven, sino el principio de
la construcción de una sociedad multicultural. Erasmus es un programa que no
solo debe permitir un acercamiento superficial a otras realidades por parte de
los jóvenes, ni una experiencia con fecha de caducidad.
Debe ser el punto de partida para sembrar
la colaboración permanente entre estudiantes de diversas edades y países, el
fundamento de asociaciones de estudiantiles que trabajen permanentemente por el
ideal europeo y la base de una conciencia colectiva sobre nuestros aciertos y
nuestros errores.
El 26 de mayo la ciudadanía esta llamada a
elegir a sus representantes. El 26 de mayo, las estructuras de gobierno de la Unión están llamadas a
convencer a sus ciudadanos que Bruselas y Estrasburgo son cada ciudad europea,
cada plaza de esas ciudades cada rellano en las escaleras de nuestras casas. Y
que en cada uno de esos lugares Estrasburgo y Bruselas deben verse cercanos y
herramientas esenciales (por encima de los gobiernos nacionales) para construir
la igualdad de género, la seguridad de nuestra sociedad y del mundo, la
restauración de un medio ambiente degradado por nuestro egoísmo y
envanecimiento y que ahora se vuelve contra nosotros, la redistribución justa
de la riqueza, la igualdad entre comunidades y el entierro de todo lo que en el
pasado nos ha destruido: la falta de fraternidad, la falta de escucha a los
demás, la falta de capacidad de acuerdo, la falta de sentido común y la falta
de respeto a las minorías o a lo distinto.
No somos el centro del mundo, pero si
podemos ser la luz del mundo.
Y no solo regalando dinero por el planeta
para que los problemas se detengan lejos de nuestras fronteras, ni para comprar
un respeto que las grandes potencias en ocasiones no nos tienen, sino liderando
una nueva humanidad, que debe nacer dentro de nuestras fronteras.
El 26 de mayo la vida nos da otra
oportunidad de construir el mundo que queremos, empezando por Europa.
Firman
96
alumnos de 4º de educación secundaria del Colegio La Paz
21
estudiantes de ESN Santander
Este artículo se publicará en la edición nacional de El País de los estudiantes. Adelantamos la publicación en nuestro blog por interés periodístico
Este artículo se publicará en la edición nacional de El País de los estudiantes. Adelantamos la publicación en nuestro blog por interés periodístico
No hay comentarios:
Publicar un comentario