Se conoce
con este nombre a los distintos periodos de la revolución neolítica,
caracterizados por el uso de metales, lo que va indicando, a través de la tecnología
el grado de evolución del ser humano.
Son tres:
cobre, bronce y hierro. En este tema veremos los dos primeros, pues al tercero,
dada su importancia le dedicaremos un tema completo.
1. EL COBRE
(hacia el 2400 a .C.)
El cobre
significa una primera etapa en el desarrollo y extensión de la revolución neolítica,
caracterizada por el uso, por primera vez de metales, en este caso con una tecnología
aun rudimentaria, especializada en el cobre. Este cambio se introduciría de la
mano de grupos de colonos llegados del Mediterráneo oriental, mucho más
evolucionado que nuestro país, y que accedieron a la costa levantina en busca
de metales.
La
utilización del metal para la fabricación de útiles de labranza provocó una
expansión importante de la agricultura. La estructura social se modificó con
los primeros núcleos urbanos, tal como explicábamos en el tema anterior.
La cultura
mas característica de este periodo es la de los megalitos. Estos pobladores procedían
del Mediterráneo Oriental y se caracterizaban por una arquitectura funeraria
realizada con piedras de gran tamaño que servían tanto para marcar zonas de
enterramiento, como grandes relojes solares que con sus sombras indicaban el
paso de las estaciones y como templos dedicados a la deidad mas importante de
la época: el sol, fuente de la vida.
Existieron
tres tipos principales de megalitos:
el menhir, formado por una gran piedra
vertical
el dolmen, formado por dos verticales y una
horizontal a modo de techo, y que como en caso anterior daba acceso a una cámara
funeraria subterránea, donde colocaban los restos de sus muertos con
importantes ajuares.
el cromlech, una alineación circular de
menhires que configuraban un templo dedicado a celebraciones y sacrificios.
Los pobladores
del cobre vivían en poblaciones densamente pobladas, construidas sobre
elevaciones y fuertemente amuralladas, para defenderse de las hostiles
comunidades indígenas, mucho mas atrasadas que ellos. Apenas convivieron con
los pueblos locales, aunque les influyeron, y en la mayoría de los casos les
esclavizaron. Destacan dos culturas: la de Millares, nombre tomado de un
poblado de Almería, y las comunidades del vaso campaniforme, caracterizadas por
elaborar una cerámica en forma de campana invertida.
La cultura
de los Millares (2300 a .C.)
se localiza en Almería. Era una pequeña ciudad fortificada, donde se agrupaban
las viviendas de piedra de planta oval con techumbres de ramaje. Muchas de
ellas disponían de silos o almacenes subterráneos para guardar alimentos y de
hornos para la metalurgia del cobre. El yacimiento muestra restos de un
acueducto y de una necrópolis, donde se han encontrado grandes tumbas
megalíticas.
La cultura
del vaso campaniforme se desarrolló entre el 2000 y el 1500 a .C. Su origen no es
conocido suficientemente (Andalucía, Europa central, Egipto), pero sus muestras
más importantes se encuentran en la Península. El vaso campaniforme, de probable
origen ibérico, se extendió por gran parte de Europa, hasta el valle del
Danubio y las islas Británicas, lo que parece indicar un incremento de las
relaciones comerciales. Las actividades pastoriles y agrícolas alcanzaron un
desarrollo notable.
Es una
sociedad densamente poblada, con una agricultura de regadío más avanzada. En el
poblado son muy llamativas las inmensas murallas y las obras de fortificación.
Una de sus
principales características es su difusión en toda Europa. Se distingue por la
presencia de cuencos y vasijas cerámicas en forma de campana invertida y una
serie de objetos de ajuar de cobre en tumbas que demuestran la existencia de
unas elites sociales diferenciadas por su riqueza. En la Península hay restos en
la desembocadura del Tajo, en Portugal, Cataluña, Madrid (Ciempozuelos) y el
Guadalquivir.
Sin duda,
el fenómeno cultural más importante es el de los monumentos megalíticos. Son
grandes enterramientos colectivos, comunes al resto de Europa, y que habrían
aparecido en la región atlántica, asociados al desarrollo de las creencias
religiosas. Son muy diversos, desde el simple dolmen hasta las complejas tumbas
de corredor, construidas con piedras de gran tamaño y techadas con una gran
losa plana, aunque a veces se optaba por elementos más pequeños. Se hallan por
toda la Península ,
pero las más impresionantes se sitúan en la Andalucía oriental. Su
cronología se inicia en el Neolítico, en los inicios del IV milenio, y se
prolonga hasta mediados del III, ya en la época del Bronce.
naveta dels
Tudons, Menorca
2. LA EDAD DEL BRONCE
Es el
segundo gran periodo de la expansión neolítica, representada por el desarrollo
de la tecnología del bronce, una aleación de cobre y estaño y de mayor
complejidad que la anterior. La necesidad de elaborar metales de más calidad a
partir de estos dos obligo a buscar nuevas minas lo que incentivo el comercio y
la colonización, amos fenómenos atrajeron a España a estas nuevas culturas. A
su vez, para controlar y proteger las regiones mineras se hizo preciso
amurallar los poblados, crear armadas de guerra y desarrollar las técnicas
militares. También el comercio y la escritura se verían desarrollados por las
nuevas necesidades.
La cultura
española mas propia del Bronce es conocida con el nombre de El Argar (Almeria).
La agricultura avanzo enormemente, apareciendo nuevas técnicas de regadío. La
organización política debió de desarrollarse en torno a la autoridad de jefes y
príncipes, según revelan las espadas de bronce con empuñadura de plata y las
diademas de oro halladas en ajuares funerarios. Los enterramientos se hacían de
forma individual en el subsuelo de la misma vivienda.
En las islas Baleares, hacia el año 2000, comenzó a desarrollarse la cultura talayótica, nombre derivado de las grandes torres defensivas, tronco cónicas y construidas por enormes piedras, en torno a las cuales se construían los poblados. Además de ellas había otros monumentos característicos, como las taulas, al parecer altares de sacrificio situados al aire libre, y de 3 ó 4 metros de altura, de las que en Menorca se conservan una treintena. El tercer monumento de carácter ciclópeo era la naveta, edificio rectangular acabado en ábside y construido con grandes piedras, que servía de enterramiento colectivo. Pero aunque los inicios de su presencia demuestran que coexisten con los núcleos del cobre, su modernidad nos hace situarles en otro nivel de desarrollo: el bronce.
los
talayots, o torres defensivas de grandes dimensiones y planta circular,
las navetas
o construcciones tronco-piramidales dedicadas al almacenamiento de cereales o a
enterramientos y
taulas, o
grandes aras o altares
En el final
del Bronce, y en Cataluña (derivando de una costumbre del final del cobre),
aparecieron las culturas de campos de urnas, constructoras de grandes necrópolis
formadas por pequeños recipientes que encerraban las cenizas de los muertos.
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