jueves, 20 de septiembre de 2018

Tema 3 - La edad de los Metales



Se conoce con este nombre a los distintos periodos de la revolución neolítica, caracterizados por el uso de metales, lo que va indicando, a través de la tecnología el grado de evolución del ser humano.
Son tres: cobre, bronce y hierro. En este tema veremos los dos primeros, pues al tercero, dada su importancia le dedicaremos un tema completo.




1. EL COBRE (hacia el 2400 a.C.)

El cobre significa una primera etapa en el desarrollo y extensión de la revolución neolítica, caracterizada por el uso, por primera vez de metales, en este caso con una tecnología aun rudimentaria, especializada en el cobre. Este cambio se introduciría de la mano de grupos de colonos llegados del Mediterráneo oriental, mucho más evolucionado que nuestro país, y que accedieron a la costa levantina en busca de metales.

La utilización del metal para la fabricación de útiles de labranza provocó una expansión importante de la agricultura. La estructura social se modificó con los primeros núcleos urbanos, tal como explicábamos en el tema anterior.

La cultura mas característica de este periodo es la de los megalitos. Estos pobladores procedían del Mediterráneo Oriental y se caracterizaban por una arquitectura funeraria realizada con piedras de gran tamaño que servían tanto para marcar zonas de enterramiento, como grandes relojes solares que con sus sombras indicaban el paso de las estaciones y como templos dedicados a la deidad mas importante de la época: el sol, fuente de la vida.




Existieron tres tipos principales de megalitos:

 el menhir, formado por una gran piedra vertical
 el dolmen, formado por dos verticales y una horizontal a modo de techo, y que como en caso anterior daba acceso a una cámara funeraria subterránea, donde colocaban los restos de sus muertos con importantes ajuares.
 el cromlech, una alineación circular de menhires que configuraban un templo dedicado a celebraciones y sacrificios.

Los pobladores del cobre vivían en poblaciones densamente pobladas, construidas sobre elevaciones y fuertemente amuralladas, para defenderse de las hostiles comunidades indígenas, mucho mas atrasadas que ellos. Apenas convivieron con los pueblos locales, aunque les influyeron, y en la mayoría de los casos les esclavizaron. Destacan dos culturas: la de Millares, nombre tomado de un poblado de Almería, y las comunidades del vaso campaniforme, caracterizadas por elaborar una cerámica en forma de campana invertida.

La cultura de los Millares (2300 a.C.) se localiza en Almería. Era una pequeña ciudad fortificada, donde se agrupaban las viviendas de piedra de planta oval con techumbres de ramaje. Muchas de ellas disponían de silos o almacenes subterráneos para guardar alimentos y de hornos para la metalurgia del cobre. El yacimiento muestra restos de un acueducto y de una necrópolis, donde se han encontrado grandes tumbas megalíticas.







La cultura del vaso campaniforme se desarrolló entre el 2000 y el 1500 a.C. Su origen no es conocido suficientemente (Andalucía, Europa central, Egipto), pero sus muestras más importantes se encuentran en la Península. El vaso campaniforme, de probable origen ibérico, se extendió por gran parte de Europa, hasta el valle del Danubio y las islas Británicas, lo que parece indicar un incremento de las relaciones comerciales. Las actividades pastoriles y agrícolas alcanzaron un desarrollo notable.

Es una sociedad densamente poblada, con una agricultura de regadío más avanzada. En el poblado son muy llamativas las inmensas murallas y las obras de fortificación.
Una de sus principales características es su difusión en toda Europa. Se distingue por la presencia de cuencos y vasijas cerámicas en forma de campana invertida y una serie de objetos de ajuar de cobre en tumbas que demuestran la existencia de unas elites sociales diferenciadas por su riqueza. En la Península hay restos en la desembocadura del Tajo, en Portugal, Cataluña, Madrid (Ciempozuelos) y el Guadalquivir.



Sin duda, el fenómeno cultural más importante es el de los monumentos megalíticos. Son grandes enterramientos colectivos, comunes al resto de Europa, y que habrían aparecido en la región atlántica, asociados al desarrollo de las creencias religiosas. Son muy diversos, desde el simple dolmen hasta las complejas tumbas de corredor, construidas con piedras de gran tamaño y techadas con una gran losa plana, aunque a veces se optaba por elementos más pequeños. Se hallan por toda la Península, pero las más impresionantes se sitúan en la Andalucía oriental. Su cronología se inicia en el Neolítico, en los inicios del IV milenio, y se prolonga hasta mediados del III, ya en la época del Bronce.






naveta dels Tudons, Menorca



2. LA EDAD DEL BRONCE

Es el segundo gran periodo de la expansión neolítica, representada por el desarrollo de la tecnología del bronce, una aleación de cobre y estaño y de mayor complejidad que la anterior. La necesidad de elaborar metales de más calidad a partir de estos dos obligo a buscar nuevas minas lo que incentivo el comercio y la colonización, amos fenómenos atrajeron a España a estas nuevas culturas. A su vez, para controlar y proteger las regiones mineras se hizo preciso amurallar los poblados, crear armadas de guerra y desarrollar las técnicas militares. También el comercio y la escritura se verían desarrollados por las nuevas necesidades.








La cultura española mas propia del Bronce es conocida con el nombre de El Argar (Almeria). La agricultura avanzo enormemente, apareciendo nuevas técnicas de regadío. La organización política debió de desarrollarse en torno a la autoridad de jefes y príncipes, según revelan las espadas de bronce con empuñadura de plata y las diademas de oro halladas en ajuares funerarios. Los enterramientos se hacían de forma individual en el subsuelo de la misma vivienda.

En las islas Baleares, hacia el año 2000, comenzó a desarrollarse la cultura talayótica, nombre derivado de las grandes torres defensivas, tronco cónicas y construidas por enormes piedras, en torno a las cuales se construían los poblados. Además de ellas había otros monumentos característicos, como las taulas, al parecer altares de sacrificio situados al aire libre, y de 3 ó 4 metros de altura, de las que en Menorca se conservan una treintena. El tercer monumento de carácter ciclópeo era la naveta, edificio rectangular acabado en ábside y construido con grandes piedras, que servía de enterramiento colectivo. Pero aunque los inicios de su presencia demuestran que coexisten con los núcleos del cobre, su modernidad nos hace situarles en otro nivel de desarrollo: el bronce.






los talayots, o torres defensivas de grandes dimensiones y planta circular,
las navetas o construcciones tronco-piramidales dedicadas al almacenamiento de cereales o a enterramientos y
 taulas, o grandes aras o altares

En el final del Bronce, y en Cataluña (derivando de una costumbre del final del cobre), aparecieron las culturas de campos de urnas, constructoras de grandes necrópolis formadas por pequeños recipientes que encerraban las cenizas de los muertos.

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