martes, 25 de noviembre de 2014

La maldición femenina



Es habitual en mi casa que resuene en cada rincón la voz intensa y profunda de La Mary. Descubrí sus sonidos casi por casualidad, leyendo sobre quienes libran a diario una sorda y desesperada lucha contra el cáncer. Tiempo después pude contemplarla en la plenitud de su arte.

Me estremeció su figura frágil e impulsiva, elevada sobre el escenario. Templada, irradiando alegría, mientras su cuerpo se debatía contra la enfermedad. Envuelta en un pañuelo de colores que escondía las marcas de las heridas tras la batalla, La Mary y sus chambaos transportaban a la gente al interior de su alma, de la suya y la nuestra. Luego la vi otra vez, y la escuche otra, y la he sentido cerca muchas.
Con sus cejas arrancadas por la enfermedad y pintadas por su alegría, con sus aros y sus tachuelas, con su cara adornada de ilusión, ha recorrido el mundo proclamando que esta viva, y dando esa vida a cuantos sufren el dolor de una muerte que nace en nosotros mismos. Es La Mary, pero no es única. Es la historia de muchas mujeres, soldados diarios, cayados y tenaces en la lucha contra cientos de miserias, trabas, males e incomprensiones, que soportan con una entereza, con una entrega a los demás, a pesar de su sufrimiento, que no merece el anonimato a que están condenadas.
Nadia es otro ejemplo de esa mitad de la raza humana que concede la vida a todos, que alimenta a todos, viste, educa y acoge en sus brazos y sus lagrimas a todos…. y apenas recibe a cambio algo mas que un desdeñoso insulto, sino una patada, un navajazo o una lapidación vespertina.

Hades quiso que naciera en Afganistan, la caldera del infierno para una mujer. Sabia, o si no ella su destino, que su vida estaba marcada desde ese día. En un mundo de hombres, en una tierra mísera, en un país en guerra, en una sociedad irracional, donde un caballo vale mas que una hembra humana, Nadia vio en sus primeros diez años de vida como la barbarie destruía su casa y sus mínimas posesiones, mataba a un hermano y sumía a su padre en una inconsciencia, no sabemos si evasiva o real.
Con su cara mutilada, la pequeña e indefensa Nadia, la inferior, por más que mujer, se hizo pasar por hombre, incluso ante su familia, tras aquel bombardeo asesino, para poder desempeñar un trabajo de hombre, ganar un miserable jornal de hombre, mantener una familia, como un hombre y evitar que los talibán la descubrieran, para evitar así morir como una mujer.

Ha vivido estos diez años con la identidad de su hermano muerto en el bombardeo, y ha sacado adelante a su familia, cuidándola, arropando sus vidas, alimentando sus cuerpos. Nada puede esperar por ello más que la muerte, pues es mujer, y ha engañado a las costumbres ancestrales de su pueblo.
Una ONG occidental y las tropas de ocupación, la han permitido ahora salir de su país, con la esperanza de reconstruir su rostro, y si es posible su vida. Desde hace una semana esta otra vez en España para intentar que la cirugía plástica la devuelva el rostro de niña que perdió, y que hace unos meses se intento ya reconstruir .La nueva intervención tendrá lugar la próxima semana. La operación durará cuatro horas e intentará reconstruir el pabellón auricular y el cráneo, juntamente con la implantación del cuero cabelludo y la despigmentación de las manchas que presenta en la cara.
Pero no solo se buscará la reconstrucción de su aspecto, sino conseguir mejorar la movilidad de cuello y brazos, muy afectados por años de sufrimiento. A partir de ahí, Nadia tendrá que visitar semanalmente el Barnaclínic. En estas visitas se la realizarán controles y pequeñas intervenciones. En total, Nadia deberá permanecer en Barcelona no menos de cinco meses, y soportar, al menos, dos intervenciones quirúrgicas más. Y todo gracias al Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Clínic de Barcelona, con Josep Maria Serra a la cabeza, y con la colaboración de Albert Mussolas, director médico de la Fundación Cirujanos Plásticos Mundi. Pero Nadie no ha llegado al final de su camino. Pese a todo lo vivido y lo poco recibido, sigue luchando, consciente que su lucha servirá para ayudar a otras mujeres, heroínas anónimas, en mundos como el suyo. En los dos últimos años Nadia ha aprendido a hablar inglés, ha finalizado la Educación Secundaria Obligatoria y obtenido sacado el carné de conducir. Sin embargo, dice que no puede simplemente cambiar y vestirse ahora de mujer. “Si me pusiera ropas de mujer, cualquiera podría darse cuenta de que antes me hacía pasar por un chico” y mi vida no valdría nada, relataba en una entrevista publicada por una importante revista internacional. Su vida ha dado un giro gracias a la Asociación por los Derechos Humanos de Afganistán (ASDHA). Precisamente, esta ONG ha organizado las jornadas “Violencia de género en Afganistán, cinco años después de la caída de los talibanes”, donde Nadia ha contado sus testimonio, por cierto, conocido en medio mundo gracias a la película ‘Osama’, la primera película rodada en Afganistán tras la caída de los talibanes. Y pese a todo no podemos evitar caer en un discreto, maternal y sacrificado segundo plano. No podemos evitar soportar cualquier dolor y un continuo desplazamiento de nuestra intimidad y nuestros sueños, en beneficio de nuestras familias, de nuestros compromisos y responsabilidades. Ellos no. La casa es nuestra, los hijos nuestros, el ocio suyo..Y es que la historia es tozuda en sus arrebatos de injusticia, y la realidad es la que es. Vivimos en un mundo de hombres.


Imagen taringa

No hay comentarios:

Comparte en las Redes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...