Es habitual
en mi casa que resuene en cada rincón la voz intensa y profunda de La Mary. Descubrí sus
sonidos casi por casualidad, leyendo sobre quienes libran a diario una sorda y
desesperada lucha contra el cáncer. Tiempo después pude contemplarla en la plenitud
de su arte.
Me
estremeció su figura frágil e impulsiva, elevada sobre el escenario. Templada,
irradiando alegría, mientras su cuerpo se debatía contra la enfermedad.
Envuelta en un pañuelo de colores que escondía las marcas de las heridas tras
la batalla, La Mary
y sus chambaos transportaban a la gente al interior de su alma, de la suya y la
nuestra. Luego la vi otra vez, y la escuche otra, y la he sentido cerca muchas.
Con sus
cejas arrancadas por la enfermedad y pintadas por su alegría, con sus aros y
sus tachuelas, con su cara adornada de ilusión, ha recorrido el mundo
proclamando que esta viva, y dando esa vida a cuantos sufren el dolor de una
muerte que nace en nosotros mismos. Es La Mary , pero no es única. Es la historia de muchas
mujeres, soldados diarios, cayados y tenaces en la lucha contra cientos de
miserias, trabas, males e incomprensiones, que soportan con una entereza, con
una entrega a los demás, a pesar de su sufrimiento, que no merece el anonimato
a que están condenadas.
Nadia es
otro ejemplo de esa mitad de la raza humana que concede la vida a todos, que
alimenta a todos, viste, educa y acoge en sus brazos y sus lagrimas a todos…. y
apenas recibe a cambio algo mas que un desdeñoso insulto, sino una patada, un
navajazo o una lapidación vespertina.
Hades quiso
que naciera en Afganistan, la caldera del infierno para una mujer. Sabia, o si
no ella su destino, que su vida estaba marcada desde ese día. En un mundo de
hombres, en una tierra mísera, en un país en guerra, en una sociedad irracional,
donde un caballo vale mas que una hembra humana, Nadia vio en sus primeros diez
años de vida como la barbarie destruía su casa y sus mínimas posesiones, mataba
a un hermano y sumía a su padre en una inconsciencia, no sabemos si evasiva o
real.
Con su cara
mutilada, la pequeña e indefensa Nadia, la inferior, por más que mujer, se hizo
pasar por hombre, incluso ante su familia, tras aquel bombardeo asesino, para
poder desempeñar un trabajo de hombre, ganar un miserable jornal de hombre,
mantener una familia, como un hombre y evitar que los talibán la descubrieran,
para evitar así morir como una mujer.
Ha vivido
estos diez años con la identidad de su hermano muerto en el bombardeo, y ha
sacado adelante a su familia, cuidándola, arropando sus vidas, alimentando sus
cuerpos. Nada puede esperar por ello más que la muerte, pues es mujer, y ha
engañado a las costumbres ancestrales de su pueblo.
Una ONG
occidental y las tropas de ocupación, la han permitido ahora salir de su país,
con la esperanza de reconstruir su rostro, y si es posible su vida. Desde hace
una semana esta otra vez en España para intentar que la cirugía plástica la
devuelva el rostro de niña que perdió, y que hace unos meses se intento ya
reconstruir .La nueva intervención tendrá lugar la próxima semana. La operación
durará cuatro horas e intentará reconstruir el pabellón auricular y el cráneo,
juntamente con la implantación del cuero cabelludo y la despigmentación de las
manchas que presenta en la cara.
Pero no
solo se buscará la reconstrucción de su aspecto, sino conseguir mejorar la
movilidad de cuello y brazos, muy afectados por años de sufrimiento. A partir
de ahí, Nadia tendrá que visitar semanalmente el Barnaclínic. En estas visitas
se la realizarán controles y pequeñas intervenciones. En total, Nadia deberá
permanecer en Barcelona no menos de cinco meses, y soportar, al menos, dos
intervenciones quirúrgicas más. Y todo gracias al Servicio de Cirugía Plástica
del Hospital Clínic de Barcelona, con Josep Maria Serra a la cabeza, y con la
colaboración de Albert Mussolas, director médico de la Fundación Cirujanos
Plásticos Mundi. Pero Nadie no ha llegado al final de su camino. Pese a todo lo
vivido y lo poco recibido, sigue luchando, consciente que su lucha servirá para
ayudar a otras mujeres, heroínas anónimas, en mundos como el suyo. En los dos
últimos años Nadia ha aprendido a hablar inglés, ha finalizado la Educación Secundaria
Obligatoria y obtenido sacado el carné de conducir. Sin embargo, dice que no
puede simplemente cambiar y vestirse ahora de mujer. “Si me pusiera ropas de
mujer, cualquiera podría darse cuenta de que antes me hacía pasar por un chico”
y mi vida no valdría nada, relataba en una entrevista publicada por una
importante revista internacional. Su vida ha dado un giro gracias a la Asociación por los
Derechos Humanos de Afganistán (ASDHA). Precisamente, esta ONG ha organizado
las jornadas “Violencia de género en Afganistán, cinco años después de la caída
de los talibanes”, donde Nadia ha contado sus testimonio, por cierto, conocido
en medio mundo gracias a la película ‘Osama’, la primera película rodada en
Afganistán tras la caída de los talibanes. Y pese a todo no podemos evitar caer
en un discreto, maternal y sacrificado segundo plano. No podemos evitar
soportar cualquier dolor y un continuo desplazamiento de nuestra intimidad y
nuestros sueños, en beneficio de nuestras familias, de nuestros compromisos y
responsabilidades. Ellos no. La casa es nuestra, los hijos nuestros, el ocio
suyo..Y es que la historia es tozuda en sus arrebatos de injusticia, y la
realidad es la que es. Vivimos en un mundo de hombres.
Imagen
taringa
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