domingo, 18 de noviembre de 2007

Cruz de navajas

La vida es áspera con el ingenio. O algo así seguro que habría dicho Quevedo, al conocer las desventuras de Nacho Cano. Y es que la última salida de tono de Iñaki el budista es digna de una novela negra. De esas en las que el chico bueno se ve atrapado entre la sed de mal y el hambre de fastidiar. Y sin chica buena con quien consolarse.

Hace poco más de dos años, Nacho, y en parte su hermano (co autor de la idea y su desarrollo), decidió levantar un ambicioso proyecto musical, basado en el repertorio de Mecano, que repasara al tiempo los entresijos de la “movida” madrileña, y rindiera culto a la generación de los 80. Una de las motivaciones de la idea era la falta de dinero del ex Mecano, con un bolsillo abducido por sus aventuras tibetanas, sus consumos, sus no exitosos tours y la debacle de la ONG en la que había metido dinero y prestigio personal. El socio capitalista de la aventura surgió en la forma de producciones Drive. Una productora dirigida entonces por José Manuel Lorenzo y Ángel Suárez, en buena compañía. El hombre clave de esta historia era Lorenzo. Un lince para los negocios, pero tocado de una sensibilidad especial hacia el mundo artístico, sin la cual, estas cosas no resultan.
Lorenzo ha sido en todo este tiempo un elemento indispensable en el desarrollo no solo de este musical, sino de Drive, un holding empresarial dedicado a la producción cinematográfica, la ficción televisiva, la producción de eventos o el soporte técnico de estos. Y ello por su pasado, brillante y bien relacionado. Lorenzo destaco ya desde sus inicios, como director comercial de RTVE, de CBS/FOX, o como director general de Canal + y Antena 3, cargos que ha compaginado con la dirección teatral y cinematográfica. Y todo ello metido en una cabeza bien amueblada en la facultad de ingeniería. Lorenzo desde un principio, no así su socio y amigo Torres, se implico en el proyecto mas allá de la gestión, marcando su carácter en una obra en la que el intérprete de “París Tombuctú”, “El espinazo del diablo”, “Sin noticias de Dios” o “Historia de un beso”, colaboró intensamente con Nacho Cano, hasta los sucesos actuales.
Sin reparar en gastos ni esfuerzos, Lorenzo volcó toda su influencia y recursos, en crear un equipo solidó y comprometido, en que junto al productor asociado Ángel Suárez, un Chief executiver officcer salido de las filas de multinacionales como CBS, se encontraba gente de la talla de David Serrano (autor del libreto y de guiones de éxito en el cine español, como "El otro lado de la cama" o "Días de fútbol"), Isaac Ordóñez (famoso director musical de Celia Cruz, Javier Gurruchaga, Miguel Ríos o Alejandro Sanz, así como director musical en Canal+), Ana Garay (una de las mas prometedoras coreógrafas de nuestro país, directora de los espectáculos de Adolfo Marsillach, Mario Gas, Els Comedians, o Pilar Miró y Coordinadora Artística en el Teatro Real de Madrid) , Tino Sánchez ( un afamado coreógrafo formado en los locales del West End Londinense) Secun de la Rosa ( el director de actores de películas como "Días de fútbol" y "El otro lado de la cama", o de series como "Cuéntame", o "Siete Vidas"), Carlos Torrijos (el director de iluminación mas famoso de los teatros de Madrid) y junto a ellos, un casting de promesas y bailarines contrastados, y una banda de lujo. Tanto primor no podía traer más que éxito. Sesenta millones de euros a la caja y más de un millón de espectadores entre Méjico y España.

¿El fallo?. Hasta aquí ninguno. Pero en los despachos, la típica peli de deslealtades y amores prohibidos. Drive, la billetera de esta maquina de ganar dinero y obtener buenas críticas es en realidad el matrimonio de un pragmático, Andrés Torres, y un bohemio (Lorenzo). Este último muy vinculado a ciertos grupos audiovisuales y sus componentes. Cuando la sexta arrancó y sus promotores buscaban capital para crear el núcleo duro de la empresa, Árbol y Globomedia le pidieron a Lorenzo lo que más parecía un favor personal, y de índole política, que un buen negocio. Muchos pensaron en Drive, que el tamaño de la productora no era adecuado para meterse en tamaño proyecto. Pese a la discusión interna, Lorenzo impuso su criterio y sus fidelidades, y coloco a uno de sus hombres, José Miguel Contreras en la cúspide de la Sexta.
Ese hecho abriría un abismo insalvable entre Torres y Lorenzo. Antes de que pasara un año, el enfrentamiento subió tanto de tono, que para salvar la convivencia en Drive, los antaño amantísimos socios decidieron vender su participación en la Sexta y desvincularse de la gestión. Arcano, la compañía de Juan José Nieto fue la encargada de la venta.
Lorenzo vio como, a su pesar, Drive se desprendía de su 6% de participación y se descolgaba de un proyecto a través del que las productoras españolas pensaban dar un salto cualitativo importante en su posición en el mercado audiovisual. Sus amigos se resintieron, dado que las productoras españolas habían formado hasta entonces una piña (Mediapro-Globomedia, Bainet de Karlos Arguiñano, El Terrat de Andréu Buenafuente) para controlar la compañía ante el apetito del socio mayoritario Televisa. El reajuste, en medio de una ampliación de capital, facilito la entrada de BBK y Gala Capital (Jaime Bergel y Carlos Tejera), con lo que el bloque de productoras quedaba en un exiguo 51%. Quizás la posición empresarial de Torres era lógica. El pensaba que el tamaño de Drive no era adecuado para un compromiso de capitalización en la Sexta, que podía dejarles sin liquidez. Pero para Lorenzo ese no era el planteamiento. Lorenzo quedo muy mal parado, y se sintió traicionado en lo que era un proyecto personal, y un trampolín importante. Su peso personal desapareció, e, incluso, la Sexta suplió su papel con Giovanni Rier, director de Publiespaña y antiguo responsable comercial de Telecinco, un objetivo menos.
Desde entonces, Torres y Lorenzo no han desaprovechado ocasión para tirarse los trastos, hasta hacer el aire irrespirable.
Para acabar de estropear el panorama, en julio de este año la Gestora de Inversiones Audiovisuales La Sexta, S.A.. decide dejar de emitir en Digital+., hartos de pagar un alquiler de banda elevado (600.000 € mensuales) y poco rentable. Un nuevo palo para los amigos de Lorenzo, que con él en la cadena no habrían perdido el control del pastel. Porque era un pastel, dado que la cadena de Sogecable basaba su publicidad, entre otros dulces, en poseer "todo el fútbol". Cosa que no era cierta, dado que los partidos adelantados al sábado eran de la tele de Globomedia. Y el resto ya lo sabéis. La primera jornada de liga estuvo a punto de no emitirse, por que Sogecable reclamaba una deuda millonaria a la Sexta, por lo que estuvo a punto de no facilitar la señal a Mediapro, la titular de los derechos del fútbol que usa la Sexta. Luego vino lo de retransmitir todo en abierto, luego la guerra entre clubes de uno y otro bando contra los reporteros, los juzgados….

Y en lo demás ha sido igual. Torres y Lorenzo se han dado en todas partes. En los proyectos de cine, en las producciones televisivas..Y ahora en los musicales. Y ahí le ha tocado la china a Nacho. Tras controlar a los minoritarios y meterse en el bolsillo a los directivos, Torres dio hace unas semanas un golpe de mano en la ejecutiva de Drive y destituyo a Lorenzo, especialmente donde sabia que le iba a hacer mas daño. Nombro una nueva dirección para la obra musical de los Cano, y le descerrajo cuatro tiros al espíritu bohemio del Rialto.
El resto también lo sabéis. Nacho es…..Nacho. Y en parte porque olía lo que se le avecinaba en el plano organizativo, y en parte porque quería defender a su mentor y colega se planto a los driveros, creyendo que en estos tiempos los artistas son imprescindibles para hacer arte. Hay que ser necio. Su denuncia pública (vaya tacto chaval) de que la nueva dirección iba a meter a paleta el capitalismo en el patio de butacas de “su” teatro”, recortando costes y maximizando beneficios, cayo como un ladrillo calcinado encima de los ya calientes gestores de drive, inmersos en plena batalla por el control de la compañía. Resultado, nachete a la calle. O lo que es lo mismo, el alma mater de la compañía, el creador, no puede entrar en el teatro. No me digáis que la cosa no tiene su puntito.
Es probable que Cano tenga razón en que los puestos de trabajo peligren con el nuevo planteamiento empresarial. Incluso me puedo creer que le ofrecieran a Lorenzo comprar la compañía del teatro, para hacer bien la separación de bienes. Ya puestos, hasta podría ser que, como dice Nacho, la disputa haya saltado por la negativa de Drive a vincular la venta a una auditoria previa (lo que tampoco dice mucho a favor de Lorenzo, hasta ahora gestor). Pero la clave de todo esta en los labios del artista: “No soy un traidor. No traicionaré al cerebro que hizo posible que mis iniciativas creativas”. Habla de Lorenzo, claro.

Posiblemente las aguas volverán a su cauce, por otro cauce, con menos cauce, y menos encauzadas. Pero volverán. Los trabajadores callaran para poder seguir pagando sus hipotecas. Y no faltará alguien con buena tripa y poco escrúpulo que sustituya a Nacho en la dirección artística del fenómeno de la Gran Vía.
Pero detrás siguen latiendo dos problemas graves. De una lado la piratería permitida en este país que consiente el robo intelectual, en el top manta y sobre las gruesas moquetas de la city madrileña. Y tras ello un panorama audiovisual poco claro, con muchos actores (televisiones, productoras) y alianzas confusas, en las que los medios “oficiales”, son muchos para un mercado con tan poca chicha. Porque el que quiera oír las noticias con Z las oye en cuatro. ¿Para que queremos el 1,el 5 y el 6?. Y es que amar es el principio de amargura. ¿Esa no era una letra de Mecano?

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