sábado, 10 de noviembre de 2007

Contra la violencia: inteligencia


La educación nos hace libres. Yo creo que es lo que se le ha pasado por la imaginación a la Dirección General de la Mujer del gobierno de Cantabria, que ha puesto en marcha en Santander unos talleres, bastante originales, que están dirigidos a los grupos mas débiles, por la cuestión cultural y educativa, en el tema de la violencia de genero. Principalmente a personas de raza gitana, personas mayores, discapacitadas o inmigrantes.

Aunque parezca mentira, para esos grupos, y otros, no es tan fácil detectar la existencia de la violencia de genero, enmascarada a veces en practicas familiares (violencia, sumisión..) que ellos consideran ancestrales y parte ya de su identidad, y enmascaradas a veces en la dependencia y la ignorancia que impide a esas mujeres romper con todo y lanzarse a vivir solas, sabiendo que romper con su marido o compañero le acarreara el rechazo de todo el grupo.
Los primeros talleres han demostrado que este planteamiento era correcto. Parte de las mujeres asistentes a ese taller (unas diez), no se pusieron de acuerdo a las primeras de cambio en que era la violencia de género. ¿Quizás un golpe?. ¿Quizás unos cuantos?. ¿Quizás que te anulen psicológicamente?.
La formación puede ser el camino de la liberación, sobre todo en temas como la educación afectiva, las relaciones interpersonales y los derechos.
El programa se llama “La igualdad desde nosotras”, y busca la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”, y que estas crean en ella, hoy por hoy, algo un poco lejano. Y forma parte de planes más generales y de acciones constantes en este campo, como el Plan Nacional de Sensibilización y Prevención de la Violencia de Género.
Pero al fondo de todo esta el tema de la educación, sin la cual las mujeres son ciudadanas de segunda, al no comprender y asumir sus derechos, ni tener independencia económica. También aparecen barreras propias de una sociedad multirracial como la nuestra (idioma, costumbres propias de sociedades rurales, la baja cualificación, la imposibilidad cultural de la mujeres de estar solas…). Pero también esta nuestra creencia en nuestra vida, nuestra libertad, y nuestra igualdad. Y ahí metemos la pata hasta la que estamos “educadas”. En mi instituto somos mayoría las chicas, pero solo uno de cada cuatro delegados de clase es mujer. ¿Y en el vuestro?. Pues pronto empezamos.

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