No se
porque, pero ha sido ver esta foto y venirme a la mente la genial obra de Brian
de Palma (Los intocables), aquella maravilla de cine negro en la que Kevin
Costner daba replica a un genial, como siempre, Sean Connery. No se si ha sido
porque este hombre y su retrato son intocables , al menos eso se deduce de la
impunidad de sus fechorías (hasta ahora), o si habrá sido porque al final (en
la película y en la ficción), al malvado Al Capone le pillaban y encarcelaban
por llevar mal las cuentas, como a Fabra, en capilla estos días para residir en
prisión.
Bien es
cierto, y vaya por delante, que la presunción de inocencia es una base
irrenunciable de nuestra democracia, y en este caso, como en todos, debe
seguirse a rajatabla. Pero como contaba ayer Elisa Beni en la Sexta Noche , teniendo
en cuenta la peculiar forma de elección de algunos niveles de la judicatura
(por el Consejo General del Poder Judicial, a su vez elegido por los partidos),
y la servidumbre política de algunas instancias judiciales, hoy en día, que un
tribunal superior de comunidad autónoma, o incluso el constitucional, te den
por inocente, ya no es garantía de nada. Máxime en un país donde la justicia y
la pena ya no se impone, al menos solamente, en los tribunales, sino también en
radios, periódicos y lugares de la red.
Pese a todo
lo dicho, hay hechos y palabras que le condenan a uno sin necesidad de juez.
Trajes y estereotipos a parte, el angelito de la foto no se han destacado en
estos años por parecer la mujer del cesar, más bien, parece que no ha salido
nunca de la calle de la
Montera , salvo para hacer noche en la Casa de Campo. Manipulaciones
vergonzantes de los medios de comunicación autonómicos, falta de transparencia
en contrataciones, miles de niños dando clase en barracones, ante el retraso en
la política de construcción de colegios, recortes presupuestarios en servicios
sociales y sanitarios, fuerte obsolescencia de las infraestructuras
autonómicas, uso comprobado de bienes públicos para uso particular, sobres
costes documentados, infraestructuras innecesarias y hoy casi abandonadas y muy
poca sensibilidad.
Y es que
este señor que siempre ve el mundo ahumado tras sus gafas ha hecho en estos
años gala de una insensibilidad, envidiada por el más frío martillo. Y tampoco
hay que remontarse mucho, ni bucear en hemeroteca alguna. Simplemente escuchar
la foto. Y volver a oír a este hombre, este que inauguró el aeropuerto de
Castellón porque le apetecía, pese a no tener licencia de operatividad, no
estar las obras terminadas, no tener depósitos de combustible y no tener
vuelos, el otro, no tiene precio.
Se podría
esperar de un hombre acusado por casi todos y de casi todo, un poco de
discreción, un mucho de prudencia y un bastante de tacto, por aquello de no
levantar más criticas hacia su persona, y no perjudicar más a su partido. Pero
él no. Este fin de semana, en medio de las burlas de la oposición y varios
medios a las, supuestas, medidas de regeneración democrática del gobierno, ha
tenido el valor de hacer ironía (por llamarlo de alguna manera), sobre los
cargos públicos y diputados del PP valenciano imputados en varias causas
judiciales, explicándolo como una persecución política, e insinuando un ajuste
de cuentas en el partido.
En
realidad, los únicos que están perseguidos en este país son los ciudadanos y
ciudadanos sin casa, sin trabajo y sin protección, desamparados por un estado
famélico gracias a que representantes del pueblo como estos, le desangraron
dilapidando el dinero en bancos manipulados y gastos inútiles. Frente a ello, al
gobierno no se le ocurre otra cosa (es el chiste de la semana), de ofrecer una
reducción del número de aforados que él no puede hacer, pues sería necesaria
una reforma de la constitución que no desea, y la de 17 estatutos de autonomía,
muchos de los cuales están fuera de su alcance.
Como decía
hace unos días en su periódico Miguel Ángel Aguilar, lo que necesita este país
para regenerarse es tener vergüenza, no hacen falta leyes para nombrar alcaldes
ni reducción de aforados. Simplemente que cada partido quite de la circulación
a los que ya son más que sospechosos.
Con todo,
lo más incompresible de la foto es lo que no se ve, lo que esta enfrente, una
masa de ciudadanos que ríen, aplauden, apoyan y votan las gracietas de gente
como estos dos. Ese es un buen termómetro de a donde nos esta llevando la
desesperación y el extremismo en esta crisis, al embrutecimiento social y tras
ello, llegarán los radicalismos.
Imagen
Logrosan.bligo.es
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