domingo, 23 de noviembre de 2008

Somos ganado

José Saramago, con esa dulzura escéptica que tienen los lisboetas, explicaba anoche en televisión española, que el hombre ha perdido el respeto al hombre, porque hace tiempo que se lo perdió a si mismo. Toda la humanidad languidece desde hace tiempo, quizás desde su raíz, por ese motivo. Pero ahora más. Ahora más porque en todas las culturas había existido un cierto pacto social, un gen irreductible que impulsaba a las sociedades humanas a defender hasta el último extremo, a preservar por encima de cualquier cosa, sus dos tesoros más preciados.
Sus jóvenes y sus viejos. Por Bardem ya sabemos que este no es un país para viejos. Porque un mundo que prepara profesionales de la geriatría para dar cariño, porque el amor amateur se ha acabado, no es un lugar muy recomendable, ni para morir. Pero el otro extremo de la línea de la vida no es que este mucho mejor tratado. Estos días, el asesinato de Álvaro Usia ha hecho volver los ojos a la opinión pública hacia un viejo asunto, el de los porteros de discoteca. Lo típico, a unos matones de discoteca, de los de toda la vida, se les va la mano en un ejercicio más de su impunidad habitual y matan a un chico. De pronto se grita el consabido ¿Qué ha pasado?, ¿Cómo ha podido ocurrir?. Cierran cuatro discotecas por motivos varios, y quizá menores, y a correr. ¿Eso es todo?. Me da igual el tema administrativo. Si hacen ruido, no tienen licencia o no han pagado los impuestos relativos a su actividad es lo de menos. Que más da si a medio país se la trae floja el cumplimiento de la ley. Los kioscos de prensa venden huevos y fruta, los chinos yogures caducados y los del manta copias de cualquier cosa. A estas alturas cerrar una discoteca porque lleva veinte años (veinte, que se dice pronto) sin licencia, es para llorar.
Para mi la cuestión no es esa. La cuestión es como se nos trata, como se permite que se nos trate y como se nos utiliza, en todos los aspectos de la vida y, especialmente, en lo tocante al ocio. No creo que a nadie se le escape que somos uno de los más importantes mercados del país. Y que un consumidor dócil es mejor negocio que uno critico. Y que un consumidor borracho es más dócil que uno sereno. Cada fin de semana la película es la misma. Decenas de tiendas de barrio, sin licencia, ni control, ni permiso, venden a menores alcohol de tercera categoría a precios sin competencia. Te pones a tono por cuatro duros. Luego te vas a un bareto a echar unos quinitos canarios o mejicanos, luego a un sitio con música a por una coctelera, mas tarde a una disco a sudar y luego a la calle a desahogarte con bronca, bien de prota o de mirón. Plan B. Si andas corto de tela solo haces la primera etapa y te lo bebes en Mesones, en el pesquero, el caleruco o en el Camello, en medio bandas de auténticos matones que, cargados hasta las patas de todo, te ofrecerán chinas y pellos, o si se tercia dos ostias. Y más al fondo, de mero espectador, la ambulancia del 112 que suele estar atenta a recoger los restos de la batalla, porque sin nosotros, Valdecilla seria un aburrimiento los fines de semana. Por suerte, solo una vez al año, matan a un chico a la puerta de un local. Sin embargo, cada fin de semana, nos asesinan un poco a todos en cualquier plaza de España. Y todo ante el cinismo de una sociedad cobarde que da por hecho que como somos unos bestias y unos descerebrados es mejor aparcarnos en los ies hasta el viernes y anestesiarnos los finde. Eso si, para mantener este tinglado hay recursos de sobra. Para darnos una formación digna, desarrollar una fp en condiciones, y no los garajes congoleños en que algunos aprenden, o para desarrollar una universidad capaz de crear buenos profesionales bajo un mínimo sentido común y una mínima justicia, no la universidad de los departamentos taifas, ni la universidad de la Bolonia mediocre y la especialización a base de talonario y master, para eso, no hay dinero, ni ganas ni na, que diría Feliciano López.
Claro que siempre me podrán decir ¡niña que si tu bebes y te dejas manipular es porque quieres!. Que curioso, yo que siempre pensé que la responsabilidad recaía más en los adultos, y que ellos nos debían proteger a nosotros. Porque los que se forran a costa de miles de jóvenes españoles, consumidores compulsivos cada fin de semana son adultos, padres de familia, comerciantes honrados, hosteleros de pro, alcaldes democráticos, policías defensores de la ley, administraciones encargadas de velar por la sociedad, padres amantes de su familia, periodistas dedicados a mostrar y defender la verdad y los valores ciudadanos y centros educativos empeñados en transmitir no se que, la verdad.
Curioso que nos escandalicemos porque un salvaje mate a un joven de un golpe en el corazón, en un segundo, y nadie haga nada por ese golpe contínuo al hígado, el cerebro o el alma en la continuidad del tiempo, de forma persistente, intencionada y colectiva. Bueno, perdón, si se hace, acotar reservas y guetos en las afueras de las ciudades, o en su interior, para que nos empapemos como esponjas, y nos apalicen como esteras. Curioso. Muy curioso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿No os preguntais como es posible que el hombre, despues de avanzar tanto este ahora dando pasos hacia atras?

Nos esta pasando lo mismo que a Roma, cada dia un poco mas decadentes.

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