No puedo
mostrar un sentimiento que no sea el de agradecimiento. Pocas cosas en la vida
pueden ser tan emocionantes como el hecho de que tus compañeros, los que te
acompañan en la aventura de la educación, puedan, aunque solo sea, atisbar un
pequeño mérito en el trabajo que, por amado, todos compartimos.
Una quejosa
salud me impide estar hoy aquí para transmitir un gracias inmenso, pero quien
me representa vale cien veces más de lo que yo pueda representar nunca. Si cada
uno de los premiados, de los finalistas o de los participantes se vieran en la
misma tesitura, se encontrarían tan orgullosos como yo me siento porque el
fruto de su mimo sea, aparte de tenerla propia, su voz y su imagen, aunque sea
por un instante.
Esa es la
filosofía de este pequeño proyecto llamado “hablineses”, obrar cual Penélope,
tejiendo y destejiendo el alma de nuestros alumnos. Reflexionar, conocer,
compartir todo lo que la marea de la vida cotidiana nos trae, diseccionarlo,
discutirlo, enfrentarlo y dejar constancia escrita para que otros, en su
lectura encuentren que caminos transitar, o quizá todo lo contrario. Y tejiendo
y destejiendo, porque enseñar que hay pocas verdades absolutas es importante.
Tanto como aprender a adaptarse, a no juzgar a quien no lo reclama, a ver el
mundo cada día desde un ángulo diferente, a ser rico en experiencias y
conocimientos.
Me siento
feliz, no solo por el premio, sino por estar, aunque solo sea con mi mente, en
una sala repleta de talento y de gente que ha convertido la educación en la
esperanza de una sociedad, en la sonrisa de un país, en el cimiento de un mundo
nuevo. Tan feliz como por saber que mis palabras salen de la voz de una de esas
almas que he tejido y destejido hasta convertirse en el mayor orgullo de mi
vida.
Gracias, y
que la educación os acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario