Tiene 27 años, es madrileño, pasa el día escondiendo sus orejas tras los cables de un iPod, y su pelo corto tras una gorra deshilachada, pero es el nuevo dios del Olimpo del lujo, el nuevo estandarte de Louis Vuitton. Se llama Marcos Villalba y es grafitero. Si, como lo oís. Y hay mas, los escaparates de las 370 tiendas del lujo, llevaran la firma estas navidades de Marcos Villalba.
Vuitton buscaba más que un nuevo talento, un medio con el que romper su imagen y abrir mercado entre las clases medias. Pero claro, tampoco penséis que se han ido a Vallecas y han rebuscado en las callejas a un nuevo talento parapetado entre la marginalidad de Madrid. Que va!, han encontrado a Marcos entre los estudiantes de la prestigiosa escuela de diseño Saint Martins, la misma en que estudiaron John Galliano y Alexander McQueen. Y allí hicieron un concurso, el latitude 48014/longitude 02286, las coordenadas del taller de Vuitton en Asnières, Francia. Pues bien, Marcos y Cris Lawson, otro compi han ganado. En fin, mucha pose de novedad y revolución estilística, pero menos, y es que hasta en eso, en el arte de engañar que es la publicidad, nos engañan.
Grafitero y adorador de la Mahou, Marcos vive ahora en Londres, entre sus clases en esa “modesta” academia y el glamour de noches de fiestas exclusivas y fotos para el Vogue británico. Vuela en primera clase, viaja cada semana a Nueva York, come en restaurantes increíbles, y hace noche (dice) en su modesto piso de una barriada social de Londres.
Licenciado en Comunicación Audiovisual, ha trabajado en Turín en la agencia de Armando Testa, y canta maravillas de Saint Martins, un centro donde se alimenta la creatividad y el espíritu libre, dice, más que la técnica. Y vive en Londres, por que la mezcla cultural y la oferta expositiva proporcionan inspiración. Le encanta el diseño sutil y poco obvio, algo difícil de encontrar en España, por eso se ha ido de “este insufrible y pueblerino país” (le ha faltado decir), un país repleto de una tensión sobrecogedora entre lo excesivamente moderno, lo brillante, lo nuevo y lo impuesto, bajo un estilo ligeramente retro casposo.
Un ejemplo más del príncipe mendigo y del español acomplejado, en la corte del lujo y la farsa. Señores, que siga la resaca.
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