No se muy bien si la necesidad agudiza el ingenio, o si más bien la opulencia fomenta la estupidez. Este fin de semana, un año más, algunos miles de familias españolas deambularan por los cementerios españoles entre la costumbre, las preguntas sin respuesta y el ocio gótico. En un mundo sostenido a veces por los efectos especiales, y otras por la virtualidad de lo ficticio, no es ocioso cada uno de noviembre reencontrarnos con nuestro destino y nuestro origen.