Hoy hubiera
sido su cumpleaños, pero solo llegó a 21. En aquel invierno del 85 la
esperábamos todos, pero nunca completó aquella carretera, así que tras la
espera, el duelo y la despedida nunca más volvimos a vernos. Quizá fue solo el
miedo a no saber como afrontar una ausencia. Una ausencia tan grande como la
tuya.
Es parte de
la vida de cualquier grupo, nos necesitamos, nos es difícil vivir sin aquellos
que nos dan un respingo en el corazón con solo notar su presencia, pero en
ocasiones nos falta decisión para dar el paso de mantener juntos esos pequeños
universos. En ocasiones no somos capaces de volcar la energía precisa para
soslayar las dificultades, para superar los errores, para suplir los daños
causados, aunque nunca hubiéramos imaginado que algo banal los provocara.
Tu si
sabias como atenuar esos terremotos, y siempre acabar una guerra, aunque no se
hubiera declarado.
Los humanos
somos muy contradictorios, tanto que quien nos da la vida, nos arropa y nos
une, en un momento nos separa, o más bien su ausencia nos deja solos, sin
ningún motivo aparente para permanecer juntos.
Desde que
tú no estás no he podido terminar aquella conversación con nadie. Desde que tú
no estás ya no hemos vuelto a aquella playa, ni nos hemos sentado en aquella
mesa, ni nos hemos adormecido entre charlas en aquel lugar que te gustaba.
Desde que tu te has ido no ha quedado nada, apenas una sombra entre nosotros,
aunque si un mar de luces dentro de cada uno.
Espero
verte pronto, y espero que sea allí arriba. Mientras tanto, feliz cumpleaños.
De su parte también.
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