Un funeral parecían ayer los telediarios, una esquela los medios escritos. Ayer, y sigue hoy la racha, es de esos días en los que los medios no eran capaces de abarcar la realidad, incendiaria en cada esquina, sin que fuésemos capaces de discriminar donde el dolor era más grande, el drama más punzante y el futuro más enterrado. Es como si la Parca hubiera comprado un piso en España, para algo tal como segunda residencia, y Hades acariciase nuestra casa con su cabellera inflamada.
La muerte de tres policías en Coruña abrió el día. Algunos han escrito y hablado en las tertulias cavernarias de “temeridad” por su parte. Mal mensaje en una sociedad tan desesperada que la solidaridad se resquebraja. Aquí, solo caben dos acciones. Abrazar con fuerza a las familias de las víctimas, que no se sientan solas, que no padezcan necesidad por haber amado a un héroe, y que su memoria, y la del servicio diario de miles de servidores públicos no se apague. Tras ello, habrá que meditar que hacer con esa tribu de inconscientes que deciden saltarse las normas y la divina prudencia, extender por las redes sociales tonterías tendentes a romper el aburrimiento trasgrediendo lo obvio y provocando con su ignorancia la muerte de inocentes.
Es una muestra de que la inconsciencia y la falta de sentido común se han convertido en nuestro país en una plaga, y en la razón de muchos de nuestros males. En la mañana del sábado, la prensa española, y muy especialmente la catalana, abría con el hundimiento de Spanair y su cierre brusco anoche. La misma prensa que, tiempo atrás, aplaudió la intervención de un grupo de empresarios catalanes para comprar la compañía por un euro. La misma que cuando la cosa empeoró, aun más, siguió aplaudiendo, hasta que las manos la ardían la intervención del estado, concretamente del gobierno catalán. ¿Y todo por que?. Porque tras la operación estaba el intento de ciertos sectores políticos y empresariales de convertir al aeropuerto del Prat en un centro de referencia europeo en navegación aérea, y a Spanair en su compañía de bandera. Y todo sin ningún criterio económico ni de mercado. Estas mezclas inconscientes de economía ineficiente, caprichos visionarios e intereses políticos son parte de las causas de nuestra dramática situación. Y esa es la tercera noticia de este viernes de dolores. No es estremecedor que hayamos pasado de los cinco millones de parados, sino que vamos, como una bala, camino de los siete o de quien sabe cuantos. Y eso nos coloca en un drama de tal calibre, que la indignación y la protesta llegará un momento que de paso a la insurrección.
Ante ello, seguimos anteponiendo intereses foráneos. Nos lo cuenten como quieran, la política de ajuste que sufrimos (y hablo en primera persona, que becas y ayudas a la investigación son ya piezas de museo) no viene marcada por el interés nacional de reducir la deuda, que es imprescindible, sino por el interés europeo de sanear un conjunto de países para salvar la Unión y el euro, el mercado natural de Alemania y Francia. Sino es así, no se entiende la necesidad de un ajuste tan intenso, en tan poco tiempo, que se va a arrasar el consumo, y con él la producción y el empleo, el que queda. Un camino en el que con tanto paro, y tanto anciano, no hay que ser muy listo para comprender el gigantesco desfase entre quienes producen y aportan al estado y quienes viven de él. O simplemente no viven.
Y aquí, hay que ser honestos, el gobierno Zapatero ha sido una completa inutilidad a la hora de abordar los cambios necesarios para crear un mercado de trabajo al servicio de los ciudadanos. Pero no es el único responsable, en un país donde sindicatos y patronal, los agentes directamente implicados, han sido incapaces de dar una solución, a sus propios problemas. Solamente pendientes de medrar y esperar que “papa” estado les solucione el problema. Lo decía ayer Fainé el presidente de la Caixa. En lugar de hablar tanto de como despedir trabajadores de la forma más barata, es tiempo de hablar como contratarlos.
Hemos reducido servicios sociales y ayudas, aunque los trabajadores siguen pagando lo mismo o más en impuestos. Muchos sectores llevan con sus sueldos congelados varios años, sino reducidos, en términos nominales y reales. Muchas empresas han reducido costes vía despedir a miles de trabajadores o llevándose sus empresas a lugares más baratos, caso de Teka en Santander. ¿Y que?. ¿Tanto sacrificio para que?. Si no somos capaces de dar trabajo ni cuando crecemos más que toda Europa junta. Cada recorte no es solo bajar un escalón en nuestra calidad, es una regañina una forma de decirnos que trabajadores y estudiantes somos los causantes, y debemos purgar la culpa. ¿Cuando se acaba este viernes de dolores?
La muerte de tres policías en Coruña abrió el día. Algunos han escrito y hablado en las tertulias cavernarias de “temeridad” por su parte. Mal mensaje en una sociedad tan desesperada que la solidaridad se resquebraja. Aquí, solo caben dos acciones. Abrazar con fuerza a las familias de las víctimas, que no se sientan solas, que no padezcan necesidad por haber amado a un héroe, y que su memoria, y la del servicio diario de miles de servidores públicos no se apague. Tras ello, habrá que meditar que hacer con esa tribu de inconscientes que deciden saltarse las normas y la divina prudencia, extender por las redes sociales tonterías tendentes a romper el aburrimiento trasgrediendo lo obvio y provocando con su ignorancia la muerte de inocentes.
Es una muestra de que la inconsciencia y la falta de sentido común se han convertido en nuestro país en una plaga, y en la razón de muchos de nuestros males. En la mañana del sábado, la prensa española, y muy especialmente la catalana, abría con el hundimiento de Spanair y su cierre brusco anoche. La misma prensa que, tiempo atrás, aplaudió la intervención de un grupo de empresarios catalanes para comprar la compañía por un euro. La misma que cuando la cosa empeoró, aun más, siguió aplaudiendo, hasta que las manos la ardían la intervención del estado, concretamente del gobierno catalán. ¿Y todo por que?. Porque tras la operación estaba el intento de ciertos sectores políticos y empresariales de convertir al aeropuerto del Prat en un centro de referencia europeo en navegación aérea, y a Spanair en su compañía de bandera. Y todo sin ningún criterio económico ni de mercado. Estas mezclas inconscientes de economía ineficiente, caprichos visionarios e intereses políticos son parte de las causas de nuestra dramática situación. Y esa es la tercera noticia de este viernes de dolores. No es estremecedor que hayamos pasado de los cinco millones de parados, sino que vamos, como una bala, camino de los siete o de quien sabe cuantos. Y eso nos coloca en un drama de tal calibre, que la indignación y la protesta llegará un momento que de paso a la insurrección.
Ante ello, seguimos anteponiendo intereses foráneos. Nos lo cuenten como quieran, la política de ajuste que sufrimos (y hablo en primera persona, que becas y ayudas a la investigación son ya piezas de museo) no viene marcada por el interés nacional de reducir la deuda, que es imprescindible, sino por el interés europeo de sanear un conjunto de países para salvar la Unión y el euro, el mercado natural de Alemania y Francia. Sino es así, no se entiende la necesidad de un ajuste tan intenso, en tan poco tiempo, que se va a arrasar el consumo, y con él la producción y el empleo, el que queda. Un camino en el que con tanto paro, y tanto anciano, no hay que ser muy listo para comprender el gigantesco desfase entre quienes producen y aportan al estado y quienes viven de él. O simplemente no viven.
Y aquí, hay que ser honestos, el gobierno Zapatero ha sido una completa inutilidad a la hora de abordar los cambios necesarios para crear un mercado de trabajo al servicio de los ciudadanos. Pero no es el único responsable, en un país donde sindicatos y patronal, los agentes directamente implicados, han sido incapaces de dar una solución, a sus propios problemas. Solamente pendientes de medrar y esperar que “papa” estado les solucione el problema. Lo decía ayer Fainé el presidente de la Caixa. En lugar de hablar tanto de como despedir trabajadores de la forma más barata, es tiempo de hablar como contratarlos.
Hemos reducido servicios sociales y ayudas, aunque los trabajadores siguen pagando lo mismo o más en impuestos. Muchos sectores llevan con sus sueldos congelados varios años, sino reducidos, en términos nominales y reales. Muchas empresas han reducido costes vía despedir a miles de trabajadores o llevándose sus empresas a lugares más baratos, caso de Teka en Santander. ¿Y que?. ¿Tanto sacrificio para que?. Si no somos capaces de dar trabajo ni cuando crecemos más que toda Europa junta. Cada recorte no es solo bajar un escalón en nuestra calidad, es una regañina una forma de decirnos que trabajadores y estudiantes somos los causantes, y debemos purgar la culpa. ¿Cuando se acaba este viernes de dolores?
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