miércoles, 12 de abril de 2006

Cundo se muere una voz



Corría el año 1934, cuando un radio aficionado, iniciaba en Torrelavega, una prospera e industrial ciudad del Cantábrico, la historia de la radio local. Esa seria la primer piedra de la futura Radio Torrelavega, la voz de la segunda ciudad de Cantabria, y cabecera del valle del Besaya.
Concluida la guerra, en 1954, aquella primera aventura cuajaría en la creación de una radio pública, la Estación Escuela de la Cadena de Radiodifusión, y la construcción de unos primeros estudios en un piso situado junto a la Plaza mayor de la ciudad, que se complementaban con unas antenas situadas en su propio tejado. La emisora estaba impulsada por Carmelo Oria, que dirigiría con éxito a un joven equipo de románticos. Eran estudiantes y aficionados que constituían una verdadera escuela de radio y periodismo que se convirtió lentamente y despacio en la voz de su ciudad, en los difíciles tiempos de la posguerra.

Consolidada, la emisora dio su primer gran salto cuando en 1959 consiguió unos nuevos equipos de difusión, que instalados en el barrio de San Román sirvieron para extender su área de influencia, ahora en frecuencia modulada y con el nombre de Radio Juventud de Torrelavega.
Eran tiempos en que la radio era algo cercano. En sus temas, en el contacto entre los locutores y su publico, físicamente próximo, temporalmente cotidiano, afectivamente implicado. Eran tiempos en que un estudio de radio, mas rudimentario, pero mas familiar se constituía sobre un hermoso salón de 200 metros donde los programas, sobre un tenue escenario presidido por un micrófono y un piano de cola, se hacían cara al público y junto al público. En un espacio radioeléctrico mas limpio y con menos emisoras, la voz de Torrelavega se difundía desde su emisora hasta Bezana, Santander o Cabezón, constituyendo a la ciudad en una verdadera cabecera de su pujante comunidad.
En 1970, en una España que cambiaba a pasos agigantados y se dirigía hacia la libertad, Radio Torrelavega volvió a cambiar de manos y distintivos. La cadena de los sindicatos oficiales se hizo cargo de ella, nacía Radio Torrelavega CES 20. Un nuevo cambio al que su ciudad dio poca importancia. Pese a ello su voz continuo, en silencio, pero con la intensidad y la distancia de siempre. Los viejos discos de pizarra de 78 revoluciones ya habían dado paso a los de 45, y su programación había entrado ya hace tiempo en un derrotero moderno. Música, espacios infantiles, coloquios, y mucha atención a su ciudad, a sus raíces y a su gente. Con la llegada de la democracia, en 1976, la radio de Torrelavega creció y maduro. Sus viejos estudios de la Plaza se trasladaron a unas modernas instalaciones en el barrio de la Llama, y su programación alcanzaría las 16 horas diarias, que desde 1979 serian 24 y en estereofónico, pero con un nuevo distintivo, el de Radio Cadena Española. El nombre que agrupaba a un heterogéneo grupo de emisoras que durante los años de la dictadura habían sido controladas por el poder político, y que ahora, en plena democracia y con la eclosión de numerosas empresas privadas, empezaban a no encajar en el nuevo mapa informativo. Pero la vieja radio de la ciudad no se arredro. Sus profesionales se adaptaron, se esforzaron y demostraron su calidad, y, sobre todo, su amor por su ciudad. 


Diez años después, como el jubilado útil y entero, pero incomprendido que vive errante de casa en casa de sus hijos, la vieja radio volvió a cambiar. Radio Cadena desapareció y la radio local fue integrada en la cadena pública, Radio Nacional de España. Era su final, sus días estaban contados, pues la radio publica estaba ya sobredimensionada y ahora, la vieja radio de Torrelavega, aun joven y con ilusión por su ciudad, se veía obligada a convivir en una casa llena y saturada. Aun así, la vistieron guapa. Nuevos estudios, nuevo centro de emisión, nuevos equipamientos técnicos (con la total informatización y automatización) y la misma ilusión y buen hacer de siempre. Eso si, nuevo nombre. Ahora era Radio 5, el canal informativo 24 horas de la radio publica. En 2004, mas joven que nunca, cumplió 50 años. Se la agasajo, se la rindió un homenaje sencillo y escucho las mismas mentiras de siempre “¡…y que cumplas muchos mas!”. Hoy cierra en silencio, sus trabajadores siguen informando sobre su ciudad cada hora, contando al mundo cuan bella es, pero da igual, nadie ha movido un dedo por ella, y nadie lo moverá. En otras ciudades, otras gentes, han recogido firmas, se han movilizado y han dejado constancia que no quieren que su voz muera. Lo han hecho en Ponferrada, en Gijón… en Torrelavega no. Pero ella sigue. Una sencilla pancarta recuerda a quien la mire que su vida se extingue.
Ya sabemos que hay motivos económicos tozudos (como si los servicios públicos fueran un negocio, o debieran serlo). ¿Pero tanto como para desmantelar, en una región como Cantabria, que no cuenta con medios autonómicos, todo el sistema informativo público?. De todas formas, el presidente regional esta bien informado con la cadena SER, para que quiere mas. Eso expone el comité de empresa que tuvo que oír en una reciente reunión.

Solo queda recordar a Casto de Castro, Chiqui Cayon, Olga Casado, Manuel Perales, Juan Pérez, Alfredo Campuzano, Santiago Ibarra, José Ignacio Peña….. Tantos y tantas que aprendieron a conocer a su ciudad, a crecer en su profesión y a dedicarse a su gente. Pero así es la vida. También la voz se muere, o mejor dicho, se la mata.

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