sábado, 2 de octubre de 2010

Se vende bicicleta



Que manía tienen los hombres con hacer todo lo humanamente posible por no llorar, con lo que eso alivia el trabajo de la vejiga. Es atávico, no se si es por querer demostrar públicamente su autocontrol y fortaleza o si es una manera de no dar a entender la rabia que se exalta cuando la pata ya esta dentro y sacarla es más difícil que asumir la culpa. Siempre me ha parecido fascinante la cantidad de matices y revelaciones que esconde un rostro masculino embrutecido por el esfuerzo de retener dolorosamente ese esfínter que Dios nos ha puesto en cada ojo, como un faro inexcusable de nuestro dolor, nuestra indignación o nuestra pena. Y si tantos motivos esconde una sencilla gota salada deslizada por una mejilla, quien sabe cuanto esconde ese mar contenido, en el rostro de Alberto.


Su cara de buen chico no parece haber sido bastante para eludir la guadaña afilada de este mundo del ciclismo. Desafiar al tour, enfrentarse al héroe americano, abandonar al inenterrable Astana y lamer la oreja, otro año, a los franceses en su propia casa, son graves pecados, tan graves como esos que derivan de la tentación, de la inocencia o de la ignorancia, que no se sabe cual es la manzana de Eva en este caso.
Sea cual fuere el motivo, un negro y terroso borrón ya ha caído, con tinta indeleble, sobre su figura. Ese perfil menudo, fibroso y valiente que ha hecho crecer en orgullo a España en los últimos años, porque ya solo el deporte nos hace evitar el llanto cuando nombramos a España. Hasta ahora.
Pero tampoco hay que llamarse a engaño. Miserables, pérfidas fortunas y encerronas aparte, han cazado a Alberto, y con todo el equipo (es un decir). Si para Gabinete Caligari la culpa era del Chachacha, para Alberto es del solomillo. Pero le han cazado, y ese rostro de llanto contenido lo revela, el lo sabe. No creo que fuera muy difícil pensar, que siendo osado, rebelde, español (el país que más dopados ha proporcionado al mundo del ciclismo) y triunfador en las Galias, estaba en el punto de mira de unos cuantos. Y por eso mismo, toda precaución, y máxime en medio de una carrera, y máxime el día antes de un día clave, la gloria hubiera merecido estar a pan y agua. Eso sin tener en cuenta que decirle a los franceses que se trae la carne de la madre patria, porque la de Asterix es muy mala, es ganas de provocar.
No se si es casual, pero las parcas, por si fuera poco, han revelado su culpa, esa que se sabia hace más de un mes, parece ser, al tiempo de Mosquera y parte de su tribu eran acusados de los mismo, y que otra española, que ya es maldición, la campeona de Mountain bike, Marga Fullana, reconocía haber tomado sustancias prohibidas. Solo ha faltado el coro de drogatas de Amsterdam haciendo la ola.
Tardaremos tiempo, si algún día lo sabemos, de conocer la verdad de este caso, aunque pintan bastos se me antoja. Pero en todo caso la situación en este deporte ha llegado a una situación tan cansina, que no sabemos que es mejor, si proscribir este deporte, reducirle a circuitos marginales como el boxeo, o cambiar las bolsas de avituallamiento por una petaca con maría, y así acabar antes.
Y es que los ciclistas han sido elegidos por los dioses para encarnar la pureza y la limpieza del alma, y del cuerpo. Si eres nadador, futbolista o remero y te tomas unas copas cada noche o te infiltras en esa articulación dolorida, no pasa nada. Pero hombre, meterse mierda en el cuerpo, siendo un ciclista, un elegido.
Yo creo que la solución es cambiar de profesión. Si a uno lo que le va es la marcha, en cualquier profesión te puedes coger una buena cogorza, fumarte los hilos de la colcha o atiborrarte a aspirinas, cafeina, talatina, folmaldeido y nandrolona. Y es que hemos hecho de la estimulación, la artificialidad, la cirugía o el botox un elemento recurrente del paisaje. Pero todo esa cotidianeidad artificial, llamada a forzar la realidad a nuestro gusto y dar el poder que la naturaleza y el sentido común nos niegan son para ir andando, no para montar en bici.
No contengas más tu llanto Alberto y llora. Llora y expia así tu culpa, pide perdón por tu delito, eres ciclista.

1 comentario:

Papreiro dijo...

Qué difícil me parece este caso, muy complicado.
El clembuterol era un medicamento ilegal utilizado hace años como engorde de ganado que les producía un aumento de la musculatura y la mejora de la circulación sanguínea en las reses; lo cual producía mayor peso y un mayor valor en el mercado.
Contador es inocente hasta que se demuestre lo contrario, claro está. Pero hay muchas cosas que no me cuadran. ¿Intoxicación alimenticia? ¿Qué necesidad tiene Contador de pringarse si su vida está más que solucionada?
Quiero creerle, pero hay datos que no me cuadran en absoluto y no es que me hagan dudar de sus palabras pero si de su coartada.
Dicho lo cual, el deporte español debe hacérselo mirar. ¿Solo se dopan los ciclistas? Y una mierda pero sale más caro meterse con otros deportes

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