sábado, 7 de abril de 2018

Una de cobardes


La comunicación se concibe como un hecho positivo, creativo, permite complementar al hombre, hacerle crecer, compartir, creer, ser amado …y ahora destruir. En sociedades con cada vez más medios para la comunicación, y bajo un sentir más global, sin embargo, las necesidades de comunicación se intuyen cada vez mayores, la soledad y el aislamiento, incomprensiblemente, en crecimiento, y la mala leche, campando a sus anchas.

Esa necesidad de contar, de transmitir, de que alguien te escuche, es visible en este mundo de los blogs. Y gana terreno en el de los comentarios. Aquí, en una web, en medios de comunicación de masas o en una pared de un baño. Claro que no es lo mismo escribir junto a la taza del water “churri te quiero”, que poner a caldo a un inocente ante medio mundo en internet. Pero aquí sale a flote otro fenómeno. La ciencia nos permite comunicarnos, muchas veces sin respuesta, lo que ya es frustrante, y otras volcar toda nuestra hiel y mala baba sobre los demás, aunque estos sean …. No se, que más da. Es un circulo vicioso, la tecnología nos aísla, no nos exige salir a la calle para conocer y compartir, y eso nos cultiva muy adentro la soledad y nos hacer perder el sentido del tacto (que no es lo mismo tocarle la tecla al ordenador, que tocarle la tecla a tu chico), y desarrolla nuestra agresividad, que al final alguien recibe. Esta semana he visto tres ejemplos, todos en el Diario Montañés, que no digo que por su culpa. Primero fue a cuento de una exposición titulada “Torrelavega a propósito”. Una serie de porteadores se dedicaron pacientemente a sacar los colores a la concejalia de cultura sobre la escasa idoneidad de los artistas elegidos, mayores, consagrados y pesebreros (eso fue lo mas suave). Hoy ha sido a colación de un simulacro de emergencias efectuado en la cueva de El Soplao. Han puesto a parir a todo el mundo. A pesar de que con estas cosas las cuevas pueden sufrir, lo obvio es que los equipos de emergencias deben entrenarse en aquellos lugares en donde es posible deban actuar. Vamos, que no tiene mucha explicación el decir que un rescate de montaña, bajo una ventisca de a kilo no se ensaya en la playa del Camello en plena canícula de agosto. Pues los posteadores han puesto a caer de un burro a Mediavilla, haciendo alusiones a una mejicana, con lo que yo me he perdido. En medio de estas dos noticias, el sábado el diario publicó la noticia de la formación de la nueva ejecutiva del PSOE de Torrelavega, parece ser que formada bajo la premisa de un cambio generacional, en el que están presentes militantes de nueva hornada y mucho joven y universitario. Quizá, no sé, se pueda entender que los militantes más antiguos se molesten por quedar desplazados de la nueva composición, aunque si en los últimos 20 años no han entrado en donde se corta el bacalao, el problema no será de ahora mismo. Puedo, aunque menos. Entender una cierta envidia de quien tiene estudios universitarios y una formación superior, que evidentemente ayuda en la gestión, aunque no tanto como la nobleza y el sentido común. Pero lo que no puedo entender es la descalificación personal, el guadañeo y el ahorcamiento público y por la espalda. En una mañana, desde la publicación de la noticia, casi medio centenar de lectores (o uno con muy mala sangre y mucho tiempo libre) habían puesto a caldo a toda la ejecutiva, antes de que esta abriera la boca. Difícil es criticar a quien, en la mayoría de casos, aun no ha hecho nada, ni bueno ni malo, pero que fácil es joderle la vida al prójimo, a lo zorro, anónimamente, escondido tras una pantalla de ordenador, de forma cobarde, como un judas de pacotilla. He de reconocer que la actitud de una parte de la parroquia me ha parecido extremadamente injusta, ruin y propia de quien si tuviese algo que decir, es tan mala persona que solo puede decirlo a oscuras, pues no tiene un par para hacerlo a la cara, y con pruebas.
Me ha llamado la atención especialmente la fijación sobre un joven de esa nueva ejecutiva, al que han dado más palos que a una estera, pero siempre desde lo personal, buscando desgarrarle, buscando hacer daño. Me siento identificada porque como él, dedico un poco de mi tiempo (me consta que el más) a los demás. El pertenece a la dirección de una ONG muy importante y de gran labor. Yo modestamente colaboro con Amnistía Internacional y me dedico como decenas de jóvenes, al trabajo con ancianos. Me he molestado en buscar información sobre el tema, y hablar en estas horas con aquellos que le conocen, que comparten con él ilusiones, bancos de la universidad, esfuerzos diarios por los demás y nobleza, mucha nobleza. Siento que no me he equivocado al volcar mis simpatías en él, y que aunque no le conozco, ni entiendo porque se ha metido en política, porque yo nunca lo haría, es alguien limpio. Pero él, no es él, somos todos, y son todos aquellos que vuelcan su tiempo en los demás. No es ya ni siquiera practicar una política de tierra quemada, es hacer el bonzo, inmolándonos con quienes son capaces de saltar la pantalla del ordenador y hacer algo por la comunidad. Mejorando la universidad, creando programas de ayuda domiciliaria para niños sin recursos o con minusvalías, rescatando nuestra memoria, defendiendo los derechos vecinales o fomentando el asociacionismo y la autoayuda entre los jóvenes. Sin duda cosas mucho más provechosas que el hacer el papel de cobarde en la obra “Como soy peor que tú y no valgo para nada, te mato por la espalda”.

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