sábado, 7 de enero de 2017

María, Francisco y David



Lo interesante de los finales de año es que el ambiente y la nostalgia suelen moverte a una mirada, casi siempre crítica,a todo eso que dejamos atrás cada vez que sustituimos un calendario en la pared de nuestras cocinas. 
He releído periódicos y noticiarios de este año bisiesto, aunque solo fuera para recordar cuan poco cambia el mundo en cada viaje de la Tierra entorno al Sol, al menos para bien.

En una de mis lecturas tan solo una página separaba tres historias, tres nombres desconocidos, salvo por un instante. Tres vidas maltratadas. En medio de un bosque de millones dedicados a la “salvación” de autopistas y bancos, se recordaba a Francisco, a David y a María.

Maria, Maria del Saliente Alonso, la madre de Pozo Alcon juzgada por golpear a su hijo, condenada a cárcel y alejamiento por nuestra sociedad, a través de la fiscalia de Jaén. La causa es meridiana. La madre intentaba una buena tarde que su hijo, un cafre imberbe, hiciera la tarea.
La discusión acabó con sublevación del chaval que respondió a la autoridad con un lanzamiento de zapatillas y atrincheramiento en el baño. Enfurecida la madre asaltó la fortaleza, agarró por el pescuezo al menor y le arreo una bofetada de las de portada del “Hola”, con tan mala suerte que la cara del rebelde acabó estampanada contra el lavabo. Marcas de dedos en el cuello y nariz rota. Advertidos la escuela y los servicios sociales de los restos de la batalla, ya sabéis el resultado.

No seré yo quien defienda el maltrato físico a menores. Por convicción y por que en el Occidente de los derechos humanos, del niño y de la berza de Tudela, parece feo.
Tampoco es que yo suscriba esa filosofía que algunos padres practican y la sociedad tolera de forma indolente, de que los hijos sean como el mando a distancia, que al apretar el botón obedece sin rechistar, y si no sale volando o recibe golpes cual flagelo pascual.
No. Los hijos son una cosa muy seria, ellos no piden venir a este desmadre que llamamos mundo. Los adultos, a los que se les presupone un mínimo de sentido común y responsabilidad, eligen traerlos a sus vidas y luego no queda otra que apechugar con ella.

Lo que pasa es que oyendo las palabras de Maria, la madre, y los silencios del padre, uno se plantea si esa obviedad de la responsabilidad de los padres es cierta. No vamos a irnos a extremos como los del animal que maltrato a Alba durante meses. Me refiero a ese mal nacido que convirtió el domicilio de Alba en un Guantánamo casero en el que torturaba sin piedad a una niña de ocho años, con la complicidad de su madre.

No me refiero a eso, sino a situaciones más cotidianas. Dada su infancia, su educación, su formación y la asistencia que la sociedad la da, cabria pensar si Maria es una madre responsable. Da, parece, cariño y dedicación a su hijo, en estos tiempos un logro. Pero no se si será bastante. En ese caso, si llegamos a la conclusión de que con el amor no basta para educar a un ciudadano responsable y a un ser humano integro, tampoco parece muy descabellada la idea de que la sociedad en su conjunto, servicios sociales o quien deba ser su representante, deberían implicarse en la ayuda a esas personas, en darles los medios para mejorar la educación de sus hijos. Que digo yo que una casa digna, un sueldo digno, un acceso a cultura y formación continua, pues igual no es mucho pedir. Total seria solo un poco de lo que tendremos que pagar todos los españoles para tapar los agujeros dejados por los ricos y jetas de este país en nuestro famoso sistema financiero.

Pero, prevención, educación, cultura, desarrollo humano no habrá, pero funcionarios celosos de su cargo, prestos a actuar como el Cid contra los almorávides siempre hay. 
No se si solucionaron algo con mandar a Maria a la cárcel y separarla de su hijo. Pero lo que si esta claro es que el mensaje es muy pedagógico. La madre carece de autoridad, si no quieres no estudias, si te chinas le tiras una zapatilla a tu madre a la cara o la secadora si la tienes a mano y no hay mejor bunker que el baño, y el que quiera mear al bar de la esquina. 
Seguro que algún gurú educativo me podría razonar eso de que la violencia no sirve y que el dialogo es la mejor arma educativa, etc. Pero, si cuando te tocan los ovarios, todo se soluciona con una sonrisa y un dialogo, ¿Por qué estamos tirando bombas en Siria o los tribunales persiguen sediciosos catalanes?. ¿Por qué los gobiernos europeos no dialogan con los yihadistas que masacran ciudades europeas?





La decisión solo trajo problemas. Hubo que poner en marcha un indulto parcial para parchear el sainete de una madre obligada por ley a cuidar de su hijo, pero que si le regañaba iba a la cárcel, y que debía vivir alejada del hijo al que la ley obligaba a educar, con lo que no se sabía a que casa debía ir cada uno para así cumplir el alejamiento.

Que pena que tanto celo y cuidado por parte del estado no se generalice más. Que pena porque eso podría haber evitado una muerte horrible a David y a Francisco, calcinados en su chabola, como rehenes de Torquemada, prendidos en fuego, como reos de tormento por una sociedad que decidió abandonarles a su suerte en el Salobral, un paraje inmundo en el madrileño barrio de Villaverde, al pie de los muros de los depósitos de CLH. Entre ratas, sin educación, ni salubridad ni apenas dignidad. Que pena que los servicios sociales que pregonan que a un niño no se le puede dar una torta no se apliquen el cuento y admitan que aun niño, o a su padre o a la anciana que les cuidaba, no se les puede abofetear así, y por 45 millones de pares de manos, que en lugar de tenderlas para su cobijo, abiertas con la palma hacia arriba, decidimos cada día elevarlas para taparnos los ojos.

¿Por qué no dictamos en el caso del Salobral prisión y alejamiento para el estado?. ¿Seria lo justo?. ¿La ley no se debe aplicar a todos por igual?.
Siento una tristeza tremenda, un dolor horrible, una culpa lacerante, porque el tiempo que dedique a reírme del fiscal de Jaén, hubiera servido para salvar a David y a Francisco. Veo en sueños, entre el rojo de la muerte, gritar a Francisco y a David, intentando escapar de un mundo que les condenó al olvido. Ya solo oigo sus gritos. Ya solo les veo a ellos.


Posdata. Esta vieja noticia de personas muertas en sus domicilios por pobreza energética o abandono, ya no es parte de una hemeroteca. Estos días es portada, por eso os la recuerdo

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