domingo, 13 de marzo de 2011

Cosa de ricos

“Allá donde mires la desgracia se ha entramado en el paisaje, hasta ocuparlo todo, y hacer del aire un hedor continuo, y el cielo un jirón vahído, y mirada un astro sol sin pupila”. Son versos de Carlos La Fuente Ibeas, un joven alicantino que el martes pasado presentaba en el ateneo su primer poemario “parido a la luz del telediario”, como dijo en su presentación. Un libro hecho Biblia de estos tiempos.
Sin embargo, las épocas de declive y de temores tienen su lado positivo. En la vida colectiva, como en la individual, es en esos tiempos grises cuando descubres el verdadero valor de la gente.

Uno de los desastres de la semana ha seguido siendo la situación de los trabajadores de Nueva Rumasa. A colación de ellos, el sábado, la Noria, el programa de tele5 centro una parte de sus debates al tema. Es una sección en la que comentan la actualidad la periodista, polemista y sabelotodo, Pilar Rahola, otrora diputada de ERC, y el inclasificable Miguel Ángel Revilla, candidato del PRC al gobierno autónomo de Cantabria, motivo por el cual, me malicio, ha decidido volver al programa del que echo pestes hace quince días. Pero claro, si San Pedro negó a Cristo, porque este no va a negarse a si mismo.
El tema es que al salir a relucir la situación de Nueva Rumasa, ambos, a dúo, dejaron caer, con cierta ironía, sino sarcasmo, que a los inversores afectados les estaba bien. Algo así como que la avaricia rompe el saco, y el afán de multiplicar, de manera fácil, su dinero, llevaba implícita la pena.
La verdad es que siendo mala, podría aplicarse esa argumentación a los problemas que tuvo Revilla en el mismo programa, hace quince días, cuando Isabel Duran le espetó los problemas medioambientales de la comunidad que dirige, y en los que algo de culpa, digo yo tendrá. Pero en todo caso, que un responsable público, imparta doctrina ante media España, sobre lo mala que es la avaricia, el afán de ganar sin cuento, y el pelotazo financiero, no deja de tener su gracia, en un país, y en una región, donde centenares de servidores públicos han engordado su patrimonio a costa de una concepción salvaje del sector inmobiliario.
En todo caso, la misión de un servidor público no es la de criticar los comportamientos de los ciudadanos, cuando estos son lícitos, y menos usando como argumento, como él hizo, que son ricos, pues invirtieron más de sesenta mil euros. La misión de un servidor público es evitar que un estafador ofrezca a otros ciudadanos, a la luz del día, y con toda impunidad, modalidades de inversión dudosas, que pueden provocar un grave quebranto al patrimonio y al empleo de una comunidad. Porque si un ciudadano español ha ganado su dinero honradamente, debe suponer que la sociedad en que vive le ofrece la necesaria seguridad jurídica y financiera, como para incrementar esa riqueza, sin más riesgos que los que cualquier negocio implica, al depender de los gustos y deseos de demanda del mercado. Incremento que debería repercutir, por otra parte, en una generación de riqueza para el resto de la sociedad. Y esa labor de protección la tiene el estado, en cualquiera de sus niveles.
De la misma manera, que ese interés que un medio de comunicación demuestra por ridiculizar a los incautos engañados, podría haberle puesto es desenmascarar antes al engañador, en lugar de comer de su pesebre publicitario. Que ese era antes el trabajo del periodismo, ser la conciencia y la alerta social, no como en estos tiempos, en los que algunos solo se dedican a contar obviedades o, en muchos casos, tonterías.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La CNMW aseguró por activa y por pasiva que se desligaba del "negocio" montado por Rumasa. Para una persona que invierta 60.000 euros, creo que d ebería ser lógico analizar por qué le ofrecen un 8% de rentabilidad anual cuando los tipos de interés están tan bajos y el mejor de los bancos te daria un 4% TAE. No creo que sea lo adecuado colocar al estado como responsable de cuidar lo que nos ofrecen, sea en hipotecas al 110% que no vas a poder pagar si te va mal, o en negocios tipo Rumasa o sellos. Nuestra responsabilidad debe ser lo primero que nos guie.
Tania

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